La tauromaquia reinó ayer en la ciudad de Doña Elvira. Desde por la mañana los astados fueron protagonistas con el sabido encierro de novillos y la suelta del toro del cajón. Por la tarde, fue el turno de los toreros, aficionados sí, pero con alma de matador. La XXXVIII Becerrada Benéfica se toreó en honor al cuerpo de voluntarios de Protección Civil.

El cartel de la faena presentaba una tarde portentosa de entretenimiento y diversión. En total fueron cinco becerros aportados por la ganadería Brazuelas para cinco toreros amateurs. "Moziño", "El Torero de Pozoantiguo", "El niño de la guadaña", "El niño del puchero" y "El niño la Milagros", junto a sus cuadrillas, brindaron un espectáculo en el que los pases de pecho, los naturales, las verónicas y alguna carrera que otra hacía el burladero fueron protagonistas.

El acto comenzó con algo de retraso pero por todo lo alto, las caballistas y la Banda "La Lira" abrieron el espectáculo con una presentación digna de las grandes corridas en las plazas de primera. Posteriormente, los valientes "diestros" se presentaron a un ruedo que superaba el 50% de ocupación. Como ya se hiciera en la suelta del toro del cajón, se guardó un minuto de silencio antes del comienzo de la faena.

"Moziño" y "El Torero de Pozoantiguo" fueron los primeros en probar el albero con sendos becerros de pelaje negro y colorado. El primer aficionado no acabó de domar a su astado, que le dio bastantes problemas con los intentos de naturales y se revolvía cuando Pablo Mozo probaba a torear por el pitón derecho. Costó mucho encontrar dos pases seguidos en el inicio de la becerrada; no obstante "Moziño" puso todo de su parte, con un gran ánimo torero e intentando que la res se centrase más en la muleta que en el hombre. Se pudo ver a un animal más templado en el segundo turno, Pedro San José dejó alguna verónica, varios naturales y hasta alguna revolera. El resto de la faena siguió similares derroteros, donde sobre todo destacó un público volcado con lo que ocurría en el albero.