El artista Carlos Adeva consiguió emocionar a los numerosos toresanos que ayer se congregaron en la plaza de la Glorieta, para seguir el pregón inaugural de las ferias y fiestas de San Agustín. En un emotivo discurso plagado de recuerdos ensalzó la cultura y las tradiciones de Toro, una ciudad que rezuma arte y en la que dio sus primeros pasos para conseguir el sueño de convertirse en un gran artista. En su alocución, remarcó que, en las fiestas, tanto los toresanos como aquellos que proceden de otros lugares "experimentamos que, por unos días, Toro cambia y que, como la bella Cenicienta, se transforma, se ilumina y se rehace". En este punto, incidió en que las fiestas suponen, para todos aquellos toresanos que regresan a la ciudad, "reencontrarnos con nuestras raíces, con las caras amigas, con los aromas familiares". Por estos motivos, animó a los toresanos a aportar iniciativas que se plasmen en nuevos proyectos que "enriquezcan nuestras vidas y, sobre todo, nuestra ciudad". A renglón seguido, definió a Toro como "la ciudad de las artes", que, con el paso del tiempo, "ha dado grandes artistas, pintores, escultores, poetas, músicos, actores y amantes de la cultura".

El pregonero también desgranó algunos recuerdos relacionados con Toro y que han marcado su vida, tales como nacer en la calle Nueva, al lado de la iglesia de San Antón, o conocer a la "primera persona que me tuvo en sus manos, Doña Rosita". En Toro, el artista vivió sus primeras alegrías y tristezas, aunque también descubrió "el maravilloso mundo de la música" con Jesús de la Sota, pasión que, posteriormente compartió en la Banda de Música. Sus primeros contactos con el arte también guardan una relación directa con Toro, ciudad en la que, siendo un niño, ayudaba a Rurro a preparar las carrozas y en la que, con tan solo 13 años, pintó su primer mural "en la tienda de Oliva". Para el pregonero, "Toro en sus formas y colores hace que sea por sí misma una gran obra de arte", además de ser "la base de mi obra, de mi manera de ser y sentir". En este punto, confesó que uno de los hechos más trascendentes de su vida fue visitar de niño la casa de Delhy Tejero, artista a la que no llegó a conocer, pero que "le mostró el camino" para dedicarse al arte, porque sus obras fueron un referente en sus inicios, obras en las que sigue apreciando a Toro, "en sus colores y formas".

Para Adeva, "Toro también es escultura, un bulto redondo tallado por sus cuatro lados, gran escuela de maestros que esculpieron nuestro patrimonio, desde las marcas que dejaron grabadas los canteros en la Colegiata a las numerosas esculturas que enriquecen nuestras iglesias, con las gubias de nuestros más insignes escultores, Ducete, Rueda y los Tomé". El pregonero subrayó en su discurso que "Toro también es literatura y teatro", artes que cultivaron Luis Ulloa Pereira o el actor Carlos Latorre. Adeva también se refirió a la afición musical de Toro, ciudad en la que nació el director Jesús López Cobos, en la que la Banda de Música lleva más de 125 años expresando con música "lo que no se puede expresar con palabras" o en la que La Rondalla "alegra nuestro espíritu" desde hace ya 70 años. No olvidó mencionar a su " gran amigo", David Rivas, cuyas composiciones "son la mejor banda sonora que pueda promocionarnos". En la recta final de su pregón, Adeva animó a los toresanos a respetar "nuestra historia y raíces" y tuvo un recuerdo especial para "ese Toro celestial en el que habitan los que no están entre nosotros" en alusión a sus abuelos, a José Luis de la Parra o a Agustín Asensio. Por último, Adeva aprovechó el acto del pregón para reivindicar que "Monte la Reina es de Toro".