Toro vivió este fin de semana con colorido e ilusión la Feria de Abril. Sevilla y Toro. La verdad es que es difícil establecer similitudes entre estas dos ciudades separadas por más de 500 kilómetros de distancia. Sevilla es el corazón de Andalucía y Toro pertenece desde cientos de años al reino de Castilla. Dos territorios esenciales en la historia de España, pero no por ello menos antagónicos. La Semana Santa es un ejemplo: allí, la exaltación, el alboroto y la pasión desmedida son tradición; aquí, el recato, la sobriedad y el silencio dibujan la raigambre. No obstante, y a pesar de todas las diferencias de estas dos tierras, la ciudad de Toro se acerca desde hace seis años a la provincia andaluza en su fiesta más emblemática: la feria de Abril.

Durante el pasado fin de semana la ciudad revive las tradiciones más conocidas de la feria sevillana en algunos establecimientos del barrio Cuartel-Capuchinos. Trajes de faralaes, flamenco en los altavoces, tablaos en las terrazas, calesas para niños y mayores y productos típicos de la fiesta se entremezclan en la rutina diaria de los toresanos. Al evento acuden vecinos de toda la ciudad, el buen ambiente invita a las familias a llevar a los más pequeños a conocer las tradiciones de los conciudadanos del sur. Las mujeres son las más atrevidas con las vestimentas tradicionales, la metamorfosis es total y no les falta ningún detalle: traje de lunares, acompañado por los clásicos zapatos de tacón (negros o rojos al gusto), mantón de manila, el pelo recogido y adornado por una flor, para finalizar con los grandes pendientes de flamenca. Varios establecimientos cerca del barrio de Capuchinos habilitaron tablaos en los que no faltaron sevillanas y bulerías. Asimismo, los locales ofrecían productos como vino fino, rebujitos, "pescaito" frito o jamón. Los dueños de los bares de la zona señalan "la buena aceptación que hay todos los años" de la fiesta y se muestran "satisfechos" con las rentas que la celebración deja en sus arcas.