Los nacidos en 1974 celebraron el 25 aniversario de los quintos de la ciudad de Toro en la Iglesia Santa María de Arbas. Ha pasado ya un cuarto de siglo desde que 18 chavales pidieran a la Virgen del templo toresano protección para el ya desaparecido servicio militar obligatorio.

Ahora, 12 de aquellos muchachos se reúnen para honrar las tradiciones de la tierra y con la intención de poder volver a verse cuando la cifra ya alcance la media centena.

1992 fue un año convulso para todo el planeta, la reciente disgregación del bloque del este que conformaba la Unión Soviética dio paso a multitud de eventos que se clasificarían como históricos en el diario de bitácoras de la humanidad.

El segundo año de la década de los noventa fue la fecha en la que los Estados Unidos establecen oficialmente relaciones diplomáticas con Rusia; Juan Pablo II reconoce casi 400 años después que la condena de la Iglesia Católica contra Galileo Galilei fue injusta; sale a la venta el popular videojuego Mortal Kombat; el Barça de Cruyff levanta su primera Liga de Campeones con un gol de Koeman; Indurain se hace con su segundo Tour de Francia y el Premio Príncipe de Asturias; Barcelona es la sede de los Juegos Olímpicos; Whitney Houston le canta "I always love you" a Kevin Costner en "El Guardaspaldas" y Julio Iglesia saca su álbum "Calor".

Emigración

Por su parte, en el Toro de 1992 un conjunto de jóvenes, recién salidos de la etapa adolescente, celebraron su quinta en la iglesia de la Trinidad debido a que la sede habitual, Santa María de Arbas, se encontraba en periodo de reformas. No es que este contratiempo se pueda catalogar de histórico, como el resto de eventos anteriormente nombrados, pero sí que empieza a ser cada vez más difícil que se desarrollen celebraciones como la vivida ayer en la localidad zamorana. La despoblación y la ausencia de puestos de trabajo han abocado a gran parte de la población de Toro y su alfoz a tener que desplazarse fuera de la tierra de sus padres para labrarse un futuro.

Este fue el tema troncal del sermón pronunciado por el párroco local, Roberto Castaño. Durante el discurso hubo numerosas referencias al importante papel que desarrollan las personas de mediana edad que todavía se aferran a vivir en los núcleos rurales como Toro. No obstante, no todo fue seriedad, sino todo lo contrario, la eucaristía estuvo plagada de momentos distendidos y bromas entre el sacerdote y los feligreses. Los recuerdos también fueron protagonistas en la conmemoración de la quinta del 92: las noches de fiesta, las primeras novias y la mili fueron algunos de los chascarrillos más recurrentes entre las lecturas de los evangelios.

Una vez finalizada la misa, los protagonistas del evento pasaron por el "photocall" improvisado en el que se ha convertido la fachada de la iglesia durante los últimos dos fines de semana. Con alguna cana más y la bandera que hondeó hace ya 25 años, los nacidos en 1974 se inmortalizaron con la ya clásica charanga como banda sonora.

En el Ayuntamiento

Al igual que hicieron la pasada semana los quintos de 2017, también los de 1992 se acercaron hasta el Ayuntamiento a cantar la copla que entonaron 25 años atrás. Fueron recibidos por la concejala de Participación Ciudadana y Sanidad, Pilar Ruiz, en el salón de plenos. Una vez finalizada la visita oficial, los hombres de la quinta acompañados por familiares y amigos disfrutaron de una comida y baile para amenizar el resto del día y honrar el acervo de la tierra.

Febrero sigue erigiéndose como uno de los meses cruciales en la ciudad de Toro. El aniversario de las "bodas de plata" de los quintos no solo es un acto de melancolía o religiosidad, sino que es una reivindicación de las raíces, un canto a las tradiciones y una lucha por la supervivencia de una tierra cada vez más atacada por el fenómeno de la globalización, en el que parece que las zonas rurales solo se entienden como un granero para las grandes urbes. Este año, ha sido la quinta de 1992 la encargada de reivindicar estos valores y de paso saludar a las autoridades y al pueblo toresano.