Fantasmas, monstruos, ilusión e intriga inundaron ayer el teatro toresano para deleite de grandes y pequeños. La obra de Carlos Hernández regresa al dilema entre razón y fantasía. Y es que hay cosas que no se pueden explicar, como el sótano de Rosaura, donde junto a su mejor amigo, Leo, experimentaron un mundo de imaginación y locura. La obra se encuadra dentro de la programación cultural organizada por el Ayuntamiento para el primer semestre de 2017.