Precedió a la iglesia de La Concepción otra bajo la advocación de Santa Ana, anexa al extinto monasterio del mismo nombre, cuya fundación se debió a la señora de Requena, Ana de Rojas, y a su segundo marido, Juan de Acuña, regidor de Toro. En 1837, según el inventario y catálogo de bienes muebles del Ayuntamiento redactado por José Navarro Talegón, el Consistorio toresano, como patrono de la Virgen del Canto, obtuvo licencia del Gobierno para trasladar la imagen a la iglesia conventual de La Concepción, alegando que, con motivo de la epidemia de cólera, se había prohibido enterrar en los templos y se había convertido en cementerio el corral tangente a la ermita de la patrona. Este destino ocasional determinó que se suspendiera la venta del monasterio, al que, al poco tiempo, retornaron las monjas en calidad de camareras de la Virgen. El Ayuntamiento obtuvo del Estado la titularidad del bien para destinarlo a escuelas públicas que había puesto a disposición de los Escolapios. En 1928, para construir el grupo escolar "Primo de Rivera", se demolieron todas las oficinas conventuales excepto la iglesia. Ahora, el Ayuntamiento pretende recuperar este bien municipal.