La ciudad revive en estos días la tradicional feria del ajo que se celebra en la plaza de Santa Marina con menos ristras, por el descenso de producción, pero con buenas expectativas en cuanto a ventas. Entre tres y seis euros, oscila el precio de las ristras que los vendedores ofrecen a los toresanos, en función de su tamaño o de si se trata de ajo blanco o morado. Los vendedores apuntaron que este año "hay menos ajos" porque los agricultores mayores "no quieren sembrar" y los jóvenes no toman el relevo. Asimismo apuntaron que los ajos son de un menor tamaño porque "ha llovido y no ha hecho tanto calor", lo que no ha disminuido, no obstante, la calidad del producto. La feria será clausurada tras San Pedro y los cultivadores esperan que, en próximos años, pueda potenciarse y recuperar la gran fiesta que, hace años, se vivía en la ciudad en estas fechas.