La música nunca divide ni resta, siempre suma y multiplica". Así resumía la cantante Ainhoa Arteta, en su introducción a las canciones de Machado versionadas por el maestro Antón García Abril, el derribo de fronteras que produce cada nota musical. De ello pueden dar fe los cientos de personas que se dieron cita la noche del pasado domingo en la iglesia del Amor de Dios, literalmente abarrotada de público expectante en la apertura de la programación musical que acompaña a la edición de Las Edades del Hombre en Toro. Una velada que aunó de forma entrañable el arte con la entrega de un público expectante, además, ante el estreno de la bella composición del toresano David Rivas, "Agua", a la que ha puesto letra el zamorano Daniel Pérez y que fue el broche de oro del concierto ofrecido por la estrella donostiarra junto al barítono zamorano, Luis Juan Santana.

El inicio del concierto se demoró bastantes minutos, debido a "causas técnicas" que permitieron que el más de medio millar de personas que aguardaba fuera pudiera colocarse en un espacio que se quedó pequeño para el interés mostrado por los toresanos, pero también por muchos de los visitantes del exitoso primer fin de semana de la exposición, junto a una nutrida representación de otros zamoranos. El propio alcalde de Toro, Tomás del Bien, junto a toda su corporación, supervisaba los últimos momentos antes de iniciarse el concierto. En las primeras filas, en las sillas cedidas por la Diputación Provincial para completar las localidades más allá de los bancos de la iglesia, se sentó el nutrido grupo de autoridades: la vicepresidenta de la Junta de Castilla y León, Rosa Valdeón, junto al delegado territorial Alberto Castro; el subdelegado del Gobierno, Jerónimo García Bermejo, la presidenta de la Diputación, Mayte Martín Pozo y el diputado de Turismo, José Luis Prieto Calderón.

Muy próximo a ellos el maestro García Abril, a quien fue dedicado parte del concierto y que recibió un obsequio de parte del Ayuntamiento de Toro, un reproducción del Pórtico de la Majestad en cerámica. Desde el "patio de butacas" aplaudían ilustres invitados, amigos personales de Luis Juan Santana, la periodista Paloma Gómez Borrero, la abogada Cristina Almeida o la popular estrella mediática Carmen Lomana, que acabaría, cómo no, siendo una de las atracciones durante el entreacto, reclamo de selfies a los que se prestó dejando claro que lo suyo, además de la amabilidad con sus fans, es conocer todos los secretos del posado. Tuvo el detalle de acercarse hasta donde se sentaba Pilar Santana, la madre del barítono zamorano, para felicitarla por la "maravillosa" primera parte que abrió la Arteta con poemas de Lorca versionados por García Abril. Vestida de negro, con un mantón de manila rematado con una estola de piel, se entregó desde el primer momento a un público ávido, que la ovacionó en cada una de sus interpretaciones. Versos de Machado y de Gala, igualmente musicados por García Abril, junto a canciones xacobeas, completaron la primera parte en la que brilló con luz propia el barítono Luis Juan Santana.

Los primeros compases del concierto coincidieron con los primeros trazos de los apuntes del arquitecto Francisco Somoza, quien reflejaba con su pluma detalles del escenario, sentado muy cerca de los bodegueros Manuel Fariña, Hilario García o los empresarios Elier Ballesteros y Simón García Taboada, de Valbusenda, en compañía de la colaboradora de este periódico, Carmen Ferreras. El delegado provincial de Amnistía Internacional, Manuel Fuentes tampoco quiso perderse la ocasión, al igual que Luis Felipe Delgado de Castro. Entre las invitadas también se encontraban la directora de TV Zamora, Eva Crespo, así como la directora de LA OPINIÓN-EL CORREO DE ZAMORA, Marisol López.

Con el ambiente ya caldeado por las primeras intervenciones de los artistas, siempre acompañados por el magnífico pianista Rubén Fernández, se inició una segunda parte en la cual se alcanzó el cénit de la velada. La inició de nuevo Ainhoa Arteta, vestida esta vez de color fucsia y zapatos dorados, con una pieza de la zarzuela "La del manojo de rosas". Rendición incondicional del público cuando Luis Juan Santana se arrancó por "El cantar del arriero", la zarzuela musicada por el sevillano Díaz Giles que transcurre en una venta en la carretera a Puebla de Sanabria a finales del siglo XIX, en la pieza en el que el protagonista reclama al dueño de la venta vino "del más rojo que tenga quiero, vino de Toro que goza de fama de arder en nuestros pechos como una llama". "Vino de Toro es el que quiero", repite la romanza y para entonces el ardor de los toresanos ya estaba más que inflamado. Puesto en pie, el público ovacionó el dueto de "Luisa Fernanda" de los dos cantantes. Y el mismo entusiasmo se repitió ante el estreno de la noche: "Agua", la canción de delicada melodía compuesta por un David Rivas cada vez más consolidado como uno de los mejores compositores en el panorama nacional. A petición de los intérpretes tanto Rivas como Daniel Pérez y el propio García Abril, subieron el escenario a recibir la admiración de un público completamente entregado.

Como regalos improvisados se añadieron por parte de Ainhoa Arteta la "Muttertändelei" de Richard Strauss, una pieza que viene a traducirse como "Amor de Madre" y que, señaló la diva, no podía faltar en el Día de la Madre, o el tan conocido "O mio babbino caro", el aria de Lauretta de la ópera de Puccini "Gianni Schiacchi", volviendo a dejar claro que la Arteta es una de las sopranos que mejor y con más sentimiento dominan la pieza. Aunque fue con una canción popular interpretada con técnica y con alma a partes iguales por un cada vez más emocionado Luis Juan Santana, cuando casi la sala se vino abajo. En Toro no podía dejar de interpretarse el "Tío Babú", con el que el público no pudo evitar desprenderse de la seriedad de este tipo de conciertos, llevando el compás y atreviéndose con el estribillo. La versión de la tonadilla ofrecida Luis Juan Santana es la recogida en el cancionero popular por el musicólogo zamorano Miguel Manzano, también presente en la sala junto a su esposa, la ceramista Encarna Martín.

Tras los nervios y las felicitaciones, llegó la hora de relajo en una pequeña recepción ofrecida por el bodeguero Manuel Fariña que reunió a algunos de los invitados y a las estrellas de la noche. Ainhoa Arteta firmó una de las barricas de la bodega y, como ya para entonces, la medianoche estaba bien pasada, entonaron el cumpleaños feliz para David Rivas, en castellano y la Arteta también en euskera. Así que, a partir de ahora, David Rivas tiene un motivo más por el que festejar su aniversario, añadiendo su éxito que, por más que se titule "Agua", estuvo también regada por el buen vino de Toro, como el que solicitaba el arriero. Y esto, el año de Toro, no ha hecho más que empezar.