Francisco de Quevedo la escribió a principios del siglo XVII pero si dicha obra hubiese sido creada por él en la actualidad hubiese encajado a la perfección. "La escuela de los vicios", una comedia satírica de la clase política, fue la función del literato madrileño que representó el pasado sábado sobre el escenario del Teatro Latorre la compañía Morfeo. Una puesta en escena que sirve para rendir un homenaje a una de las plumas más reconocidas del Siglo de Oro quien ingresó en prisión por crear dicho escrito.

Una representación que a través del humor se pone en relieve la avaricia, la codicia o la corrupción que aparecen representadas en los tres personajes en los que se centra la historia. Una escenificación que nos muestra una Escuela de los Vicios dirigida por un asno joven, su Burriedad, quien dirige la formación académica consistente en cuatro cursos: bachiller en mentir, licenciado en engañar, doctor en robar y catedrático en medrar.

Además, este centro tiene la particularidad de que los alumnos cobran por asistir a las clases lo que despierta el interés de dos hombres movidos por la avaricia y el afán de riquezas. Una situación que permite al espectador ver como la ambición y la codicia se convierte en los pilares de estas personas que descubren toda la maldad que existe en el mundo.

Una función dirigida por Francisco Negro quien además interpreta el papel de necio junto a Felipe Santiago y la aportación de Mayte Bona, que encarna al burro-diablo. En dicha representación también tiene un papel capital la labor de Regue Fernández en la escenografía y el trabajo de la propia Mayte Bona en la elaboración del vestuario para trasladarnos al siglo XVII.

Un viaje al pasado donde la risa y el humor se mantienen continuamente presentes a lo largo de una obra en la que la crítica social permite al espectador hacer una cruda reflexión de la vulnerabilidad de las personas. Un desafió al poder establecido donde Francisco de Quevedo revive gracias a la escenificación realizada por Morfeo Teatro.