La cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla celebró durante la mañana de ayer domingo en Toro la tradicional Fiesta de los Difuntos. Una festividad donde el tiempo acompañó a la misma dado que el sol estuvo mucho más presente que la niebla permitiendo que la comitiva pudiese realizar el recorrido desprendiendo el sentimentalismo de dicha celebración. Una procesión que arrancó pasadas las diez de la mañana en la Iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina para, tras recorrer la ciudad, llegar al camposanto de la donde se celebró una misa por los difuntos.

Una festividad que es una de las celebraciones litúrgicas de mayor tradición Toro en donde, como cada año, las autoridades locales acompañaron a la comitiva a lo largo del recorrido.

La procesión transcurrió desde la Rúa de Santa Catalina por diversas calles de la localidad como Rejadorada, San Lorenzo o Bollos de Hito. Un recorrido donde los representantes políticos se unieron a la procesión en el Ayuntamiento de Toro donde la comitiva prosiguió el recorrido por la calles Puerta del Mercado, Corredera, Carlos Pinilla, Alberca de Capuchinos para finalizar la misma en el camposanto del municipio. Un trayecto donde el párroco, José Luis Miranda, fue rezando los respectivos responsos en cada una de las paradas marcadas por la cofradía a lo largo de la ciudad.

Una comitiva donde los diputados portaron la cruz y los ciriales, los escribanos llevaban el guión de la cofradía tras los cuales iban los hermanos en dos filas que daban paso a los celadores encargados de transportar la campana que sonaba cada vez que comenzaba y terminaba un responso. Finalmente, en la parte final de la disposición de los cofrades se encontraban los portadores la corona de difuntos, los abades en ejercicio y el capellán tras los que se situaron la junta administrativa de la cofradía y las autoridades locales.

Un recorrido que finalizó en torno a las 11 de la mañana cuando los cofrades entraron en el cementerio para celebrar la homilía que ofició el sacerdote, José Luis Miranda, en el catafalco que posee la cofradía. Una liturgia a la que se sumaron numerosos feligreses que esperaron la llegada de la comitiva en el cementerio de Toro. Un tiempo en el que muchos de ellos se acercaron a las sepulturas para colocar en las mismas ofrendas florales para sus seres queridos.

Tras el oficio de la santa misa, los abades en ejercicio de la cofradía de Jesús Nazareno y Ánimas de la Campanilla hicieron el depósito de la corona de flores en la capilla del cementerio la cual colocaron en el altar mayor.

Tras la ofrenda floral, la comitiva tomó el camino de regreso a la Iglesia de Santa María de Roncesvalles y Santa Catalina. Un retorno que comenzó en el camino del cementerio donde los procesionarios salieron al cruce de San Antón con el paseo del Canto para continuar por las calles San Antón, Rúa de Arbas, Tablaredonda, Cañuelo La Reina, Gallinas, Santa Marina, El Sol, Rejadorada, Rúa de Santa Catalina para, finalmente, retornar al templo donde se rezó el ultimo responso, bajo el Cabildo de Santa Catalina, por parte de los asistentes que sirvió de cierre de una de las festividades religiosas con mayor tradición en Toro.