Cortés y educado. Así recuerdan trabajadores de la bodega Marqués de Olivara a José María Ruiz Mateos, empresario jerezano fallecido ayer a los 84 años de edad en un hospital de la localidad gaditana del Puerto de Santa María, en el que permanecía ingresado desde mediados de agosto. Al menos, en una ocasión, el empresario jerezano visitó Toro después de adquirir, en 1998, la bodega Marqués de Olivara, a través del holding Nueva Rumasa, bodega fundada en 1970 por Luis Mateos, industrial toresano y uno de los pioneros de la Denominación de Origen Toro. Más frecuentes eran las visitas de algunos de sus hijos, quienes asumieron la gestión directa de la industria toresana que, tras su adquisición, fue remodelada y modernizada para elaborar vinos de calidad.

La noticia de la muerte del empresario jerezano sorprendió ayer a trabajadores de la firma toresana que, a pesar de los complicados momentos que desde el 2011 atraviesa la firma, siguen luchando para mantener la actividad de una de las bodegas con más historia y capacidad de Toro. Más de cuatro años llevan los trabajadores librando una dura batalla para mantener una bodega que es todo un símbolo de la Denominación de Origen Toro y con la esperanza de que alguna de las ofertas de compra de las instalaciones "pueda cuajar" después del verano. De hecho, en los últimos años distintos grupos inversores han mostrado su interés por adquirir la bodega Marqués de Olivara sin que, por el momento, se haya podido formalizar la venta. Mientras llega la esperada operación de venta, los cinco empleados de la bodega, siguen elaborando vino y "produciendo en la medida de lo posible", actividad que es gestionada directamente por los administradores concursales que tomaron las riendas de Marqués de Olivara en 2011.

Y es que, después de 13 años de actividad durante la etapa en que la firma estuvo en manos de la familia Ruiz Mateos, en julio del 2011, el Juzgado de lo Mercantil de Zamora declaró el concurso voluntario de acreedores para la bodega. De la documentación presentada se desprendía que la firma bodeguera contaba con un activo de 5,14 millones de euros y un pasivo de 2,77 millones de euros, aunque también recogía datos que acreditaban que la empresa no podía atender sus obligaciones, de forma puntual y regular. Meses después, en septiembre del 2011, la bodega junto a otras empresas de la familia Ruiz Mateos, fue adquirida por el grupo Back in Bussines. Casi un año más tarde, el juzgado dictó un auto por el que aprobaba la liquidación de la bodega toresana, tras la reclamación presentada por un acreedor al que se adeudaban cerca de 54 millones de euros. Esta cantidad, se correspondía con la etapa de gestión de la familia Ruiz Mateos y no procedía de la actividad propia de la bodega toresana, sino que la deuda se generó por garantías cruzadas de otras sociedades del grupo Nueva Rumasa, en concreto, diversas campañas de publicidad a nivel nacional. En octubre del 2013, el Juzgado de lo Mercantil de Zamora declaró culpables a dos hijos de José María Ruiz Mateos, Pablo y Alfonso, de la quiebra de Marqués de Olivara, a los que condenó a devolver 565.974 euros desviados a Nueva Rumasa y a cinco años de inhabilitación para administrar empresas. A pesar de la complicada situación a la que se enfrenta la bodega, la administración concursal y los empleados siguen trabajando para mantener esta industria y la producción de vino.