Cuando, cada tarde que tiene que saltar al ruedo se viste de plata, su lema es "triunfar o morir". El madrileño David Adalid se siente especialmente vinculado a Toro y de su plaza de toros destaca su "sabor añejo", un lugar donde ya ha tenido la oportunidad de demostrar su valor y su buen hacer con las banderillas.

-¿Cómo ve la actividad que lleva a cabo la peña taurina La Verónica y la celebración de su 25º aniversario?

-Para mí es un privilegio estar aquí acompañando a la peña La Verónica, primero, por la amistad que me une con ellos . Y ver a una peña tan volcada con la afición al toro en los momentos que está pasando la tauromaquia, la verdad es que todo el apoyo y todo el esfuerzo de peñas y aficionados es necesario y todos los profesionales lo agradecemos. Tengo la anécdota de que a mi actual pareja la conocí también gracias a ellos. Nos une una amistad muy especial y muy bonita, me alegro de estos 25 años y espero que podamos verlos otros 25 más.

-¿Y cómo ve la vida taurina de Toro, en general?

-La verdad es que es bonita. Creo que Toro tiene un entorno taurino inmejorable, tiene esa plaza de toros que es una belleza, donde he tenido la gran suerte de torear al año pasado y donde uno se siente muy torero. Hay plazas que te hacen sentirte mucho y la plaza de Toro con los aficionados, como ellos viven la afición aquí, la verdad es que es especial. Y ojalá que esta lucha que están llevando a cabo las peñas de aquí para poder tener esa corrida de toros, espero que este año no la pierdan y puedan seguir disfrutando de esa corrida.

-¿Qué le parece esa más que probable suspensión de la corrida de toros de San Agustín?

-Me parece mal, no me parece bien que siempre el "pato" de todo esto lo paguemos los taurinos y se pague con la fiesta del toro. Sabemos que con cualquier fiesta, en cualquier Ayuntamiento hay un gasto económico que bien sea música, teatro, cosas para los chiquillos o fiesta del toro. Está claro que son unas fiestas donde hay unos gastos, pero yo creo que a hay que dar de todo al pueblo. Y, sobre todo, teniendo esa tradición ya taurina hay que intentar mantenerla. Entiendo que, a lo mejor, no se pueda gastar en traer tres figuras del toreo, pero creo que hay corridas de toros que salen a otros precios cuando, ahora mismo, hay una baraja de toreros importantísimos.

-¿Mantener la corrida puede servir para seguir fomentando la afición?

-Totalmente. Lo malo que tenemos en España es que, como dejemos perder las tradiciones, volver a ponerlas nos cuesta un mundo. Las quitamos en cinco minutos, pero todo lo que sea querer volver a recuperarlo, al final, se hace más difícil. Creo que se deberían volcar tanto el Ayuntamiento como las peñas y hacer el esfuerzo por mantener esa corrida de toros, aunque sea un cartel más modesto, para que siga adelante y ojalá dentro de dos o tres años, en vez de estar hablando de una corrida de toros, estemos hablando de que hay tres.

-Hablaba antes de la vinculación personal que tiene ahora con Toro, ¿antes de esto conocía ya la ciudad y su plaza de toros?

-La verdad es que no. Conocí Toro por una invitación en el año 2013, cuando, junto a mis compañeros de cuadrilla, di la vuelta al ruedo en Madrid, algo que no había pasado en la Historia. Gracias a esa vuelta al ruedo, Benito Vega, el presidente de La Verónica, me llamó, se puso en contacto conmigo porque me quería tener en uno de sus coloquios taurinos y accedí. Aquí estuve, fue donde conocí Toro, a la peña La Verónica y a Beatriz, mi pareja. La verdad es que Toro me ha aportado muchísimo.

-¿Qué sensaciones le provoca la Plaza de toros de Toro?

-Es una plaza que te hace sentir. Los toreros tenemos plazas donde uno se siente más. Por ejemplo, en Madrid es la rotundidad porque no hay sensaciones que igualen las de Madrid. Pero luego hay plazas como la de Sevilla o la de Toro en las que los toreros sienten ese sabor añejo y, conjuntamente, la afición va muy ligada a la plaza. El aficionado que asiste suele ser un aficionado sensible, con una capacidad de recoger lo que los toreros queremos transmitir y donde disfrutan mucho de su Fiesta.

-¿Por qué es banderillero y no matador de toros?

-Empecé en esta profesión con diez años y mi ilusión era ser matador de toros y figura del toreo. Lo que pasa es que la vida, a medida que vas creciendo y vas avanzando, te depara unos caminos. Cuando llegué de la mili, con 20 años, tenía una situación de vida familiar y demás muy complicada, donde yo me tenía que poner a trabajar, no podía vivir de decir "soy torero" sin torear. Entonces, siempre he intentado ser realista conmigo mismo y, como decimos de rotundo en el toreo, no voy a echar culpas a nadie porque la verdad es que, si yo hubiera tenido valor a ser matador de toros, lo habría sido. Con 20 años me hice banderillero y no me arrepiento. Estoy viviendo una edad muy bonita de mi profesión, donde a los hombres de plata se nos está reconociendo nuestra labor y luego he tenido tardes donde me he podido encontrar conmigo mismo, me he podido sentir... como en esa vuelta al ruedo de Madrid o que en Sevilla te toque la música o en la feria de Castellón o en Nimes o Arlés. Son cosas que, cuando me hice banderillero, no pensaba que iban a pasarme y ahora, cuando pienso en ello, la verdad es que no me cambio por nada ni por nadie porque de verdad estoy pletórico.

-¿Cómo definiría el momento de su carrera en el que se encuentra?

-Me encuentro en un momento donde ves que vas madurando. Ya llevo 19 años como banderillero y, como torero, vas cada año madurando y te vas viendo crecer. Yo digo que me queda todavía muchísimo por aprender, mucho por crecer. Mis metas quedan todavía muy lejanas y hay que seguir luchando e intentando ser una persona y un torero humilde, de poder aprender de cualquier compañero, de cualquier torero e, incluso, de cualquier aficionado. Me encanta hablar de toros con los aficionados porque me aporta y enriquece muchísimo. Quiero seguir superándome y seguir creciendo como torero y consiguiendo esas metas. Al final, en mi cabeza lo que quiero no es ser un banderillero como tantos otros, sino que el día que deje de torear, que llegará, mi nombre pase a la Historia del toreo, que haya aportado mi grano en la tauromaquia, que mi tauromaquia haya servido y que sirva para otros chavales a los que sirva como espejo.

-¿Sería seguir, del alguna manera, ese lema suyo de "triunfar o morir" con el que va siempre por delante?

-Sí. La verdad es que también sin el lema. Yo digo que esta profesión es muy dura, cuando uno empieza abajo y no viene de antecedentes taurinos, no tiene ni padres ni tíos que hayan sido figuras del toreo ni matadores de toros, como es mi caso, el camino en tu mente para llegar tiene que ser ese. Lo primero cuando te vistes de torero es pensar que un toro te puede quitar la vida y si no te importa, lucha por tus sueños. Yo, sin ese lema de "triunfar o morir", no habría llegado jamás a este punto donde estoy ni hubiera vivido las sensaciones que he podido vivir porque esta es una profesión que vivimos al límite. Cada tarde que te vistes de torero, te vistes para estar a las órdenes de tu matador, para ayudarle en su triunfo, pero sabes que lo que tú hagas lo vas a hacer con toda la pureza, como tú lo sientes y jugándote la vida, como yo siento que es mi tauromaquia.

-Para acabar, ¿cómo le está yendo la actual temporada?

-Muy bien, feliz y contento después del cambio de este año, en que he pasado a entrar a las órdenes del maestro Morenito de Aranda, que es un gran torero, que me ha hecho disfrutar. Él levaba tiempo también buscando esos sueños que tenemos, no había abierto nunca la Puerta Grande de Madrid y, este año, salir, acompañarlo, haber puesto mi grano de arena para su triunfo y abrir la primera puerta de la plaza más importante del mundo han sido unas sensaciones superbonitas.