Alfonso Garcés García es un vallisoletano que, desde hace ocho años, asume la gerencia de Bodegas Covitoro, bajo el sello de la Denominación de Origen Toro. Garcés cree que lo principal para que se consuma un vino es mostrárselo a la gente, así como enfocar algunos productos para enganchar a un público más joven.

-La venta de contraetiquetas de la DO Toro ha aumentado en el primer semestre de este año, ¿Covitoro ha notado ese aumento?

-Nosotros llevamos un ciclo que no es exactamente el mismo que el de la denominación de origen porque nosotros también dependemos mucho del comercio exterior y de las grandes superficies y por eso no siempre llevamos el mismo ritmo. Hay veces que en la D.O. baja un poco y nosotros aumentamos o al revés. Ahora mismo, estaremos prácticamente igual. También es verdad que si nosotros representamos el 10% o el 15% de la Denominación de Origen Toro, lógicamente, lo que hagamos nosotros, en parte, también repercute.

-¿Cómo valora la situación de la Denominación de Origen Toro?

-Es una denominación de origen pequeña y tenemos que ser conscientes de dónde estamos. Creo que se están haciendo unos vinos de muy buena calidad, creo que se está evolucionando mucho y muy bien con respecto a los gustos y tendencias del mercado. Antes teníamos un poco el estigma de los vinos con cuchillo y tenedor, muy toscos y creo que, en general, se están haciendo unos vinos excelentes. Pero tenemos el tamaño que tenemos y en un mundo tan competititvo como este, no sólo a nivel nacional, sino también internacional, las cosas no son fáciles, pero van saliendo bien. Toro, con el tamaño que tiene, se defiende bastante bien.

-¿Sobrevivirían Toro y su comarca sin la industria vitivinícola?

-Toro sabe sobrevivir a casi cualquier cosa, lo que sí es cierto es que el sector vitivinícola es algo tradicional, además de tener una función y una tradición cultural importante. Yo no creo que se fuera a hundir porque los españoles sabemos salir de casi todo, pero sería un golpe muy fuerte si no existiera el sector del vino.

-¿Cuál es la situación de Covitoro dentro de este sector?

-Creo que las cooperativas tienen una ventaja que es que tienen la materia prima bastante buena. Además, la situación financiera, en general, es bastante sólida. Por decirlo de alguna manera, está todo pagado. En nuestro caso, la bodega se creó en 1974 y tiene una situación financiera saneada. Estos últimos años hemos funcionado bastante bien y también es necesario prepararse y estar en un nivel muy competitivo para que, cuando acabe la crisis, poder sacar ventaja y no llegar con la lengua fuera y sin oxígeno y que ello te pase factura.

-¿En qué proyectos están inmersos ahora?

-Hemos hecho una ampliación de la nave de barricas porque estamos creciendo bastante en el tema de los vinos de roble y crianzas, estamos mejorando la tecnología de control de temperatura de la bodega y para ello hemos puesto un sistema muy visual con una pantalla grande en el laboratorio, con imagen en tres dimensiones y en la que puedes pinchar en cualquier depósito y controlar la temperatura.

-¿Y cuáles son los proyectos de Covitoro a corto y largo plazo?

-Vamos a hacer un vino ecológico. Aunque ya tenemos algún socio que tiene sus viñedos con certificado ecológico, nosotros no elaboramos vino ecológico y este año lo vamos a intentar. También vamos a comprar un analizador grande no sólo para analizar toda la información que tenemos y hacerlo mejor, sino para valorar, en un futuro, que se pague la uva por su calidad. Ahora se paga por unos parámetros también de calidad, pero más escasos. No hay un criterio analítico objetivo.

-¿Cómo será ese nuevo vino ecológico?

-Los vinos ecológicos, en principio, tienen sus limitaciones de uso de productos en la tierra y en la bodega, especialmente, de conservantes. Es un producto muy natural, frutal. En España, desgraciadamente, el mercado de los productos ecológicos no es muy grande, pero nosotros tenemos una producción buena en Alemania, que es donde más se consumen estos productos. No se hará una cantidad muy grande y no habrá problema para sacarlo al mercado.

-Y, además del nuevo vino ecológico, ¿van a ampliar el número de marcas?

-Estamos constantemente haciendo pruebas, no es algo que dejamos. De hecho, el nuevo analizador también nos va a servir para estudiar algunos vinos de los que llevamos tiempo pendientes, viendo cuál es el resultado de diferentes anotaciones y elaboraciones y nos va a ayudar a saber esos datos que antes no teníamos. A lo mejor sí podremos sacar algo, pero todavía no está decidido.

-¿Cuáles son las perspectivas para la próxima campaña?

-Es complicado saberlo ahora mismo porque tenemos un negocio a cielo abierto. Todavía faltan prácticamente dos meses para la campaña y pueden pasar muchas cosas. Ahora, en principio, el estado sanitario de las uvas es excelente, con lo cual, la cosecha está bien, también de cantidad. Confiamos en que evolucione igual de bien estos dos próximos meses y el tiempo no cambie y pueda estropearlo, pero las perspectivas son bastante buenas tanto de cantidad como de calidad.

-¿Tienen prevista alguna ampliación del número de puestos de trabajo?

-Sí está prevista la contratación de una persona, pero será después de la campaña porque nos gusta dar una formación y estar encima de las personas que incorporamos para no dejarlas delante del toro cuando lleguen, sino que tengan unos meses de adaptación y de formación.

-¿Piensa que el vino sigue siendo un producto alejado del consumo de los jóvenes? ¿A qué cree que se debe?

-Sí. Creo que hemos perdido una generación de consumidores. La gente joven se inicia prácticamente a los 30 años en el consumo de vino, cuando ya tiene una estabilidad emocional, económica, residencial, etcétera. Sí hay algún producto que les llama más la atención, pero creo que se debe más a que somos un país cálido y a que se bebe fresquito que a que realmente hayamos conectado con ellos. Todavía nos queda por hacer para conectar con ellos.

-¿Qué podría hacerse para llamar a ese público joven?

-En España somos muy de procesos pendulares, nos vamos a un extremo o al otro. En años pasados lo que hemos hecho un poco entre todos ha sido complicar el uso y alejarlo de la gente joven, lo hemos asociado con que hay que saber mover la copa y olerlo y catarlo y parecía que era un giro que los jóvenes lo tomaran con gaseosa o con Coca-Cola. Seguimos siendo un sector excesivamente clásico. Y luego están los precios, sí que es verdad que en España se bebe mejor vino, pero, lógicamente, es un poco más caro. Con lo cual, hay que hacer productos que sean atractivos a la gente joven, que hablen su lenguaje y que tengan etiquetas que les llamen la atención, más adaptados al clima que tenemos. Esto, probablemente, está apartado de la elaboración tradicional de vinos y tengamos que sacar una línea diferenciada, tampoco se trata de cambiar nuestra filosofía para adaptarlo al mercado, sino que habría que sacar productos específicos muy estudiados y muy enfocados a eso.