Sus creaciones son auténticas obras de arte y, en pocos años, los hermanos Roberto y Francisco Costillas Alonso, han convertido su empresa en un referente nacional en el mágico mundo de las carrozas. En las naves de su industria, Carrozas Tauro, guardan auténticos tesoros que brillan con luz propia en desfiles adaptados a la temática de distintas fiestas o en cabalgatas de Reyes y, ahora, los hermanos Costillas han decidido ampliar su negocio con trabajos escultóricos de gran formato que pueden tener fines didácticos o publicitarios.

La última de sus obras es una olla de grandes dimensiones encargada por una empresa cárnica salmantina que tiene previsto lanzar al mercado una nueva línea de productos precocinados, olla que ha sido instalada en la azotea de un edificio como reclamo publicitario. Este trabajo tiene unas medidas aproximadas de 2,40 metros de altura y 3,40 metros de anchura y, para los empresarios toresanos, supone "abarcar otra rama profesional". A esta nueva creación, Roberto y Francisco Costillas han dedicado diez horas diarias durante un mes, dada la complejidad de la olla estructurada en hierro y que está compuesta por cerca de un centenar de piezas de porexpan de alta densidad, con acabado en poliéster de unos 380 gramos de fibra de vidrio de alta resistencia. En su remate final, han sido necesarias cinco manos de pintura de dos componentes distintos. Reconocieron los hermanos Costillas que, una vez concluida, "nos da cierta pena deshacernos de la obra", aunque también supone un "orgullo" el hecho de que numerosas personas puedan admirarla, ya que no pasa desapercibida y, sin duda, cumple con creces el objetivo de convertirse en un reclamo publicitario. Al margen de esta olla, la empresa toresana mantiene una estrecha relación con la firma láctea zamorana Gaza, para quien ha elaborado unas letras de gran tamaño y una vaca frisona a escala con un fin didáctico.

Aunque Carrozas Tauro ha decidido ampliar su negocio con estas esculturas de gran formato, los hermanos Costillas fundaron esta empresa ubicada en Toro como una salida laboral y "una forma de vida", cuando el sector de la construcción, al que ambos se estaban "vinculados", empezó a notar los efectos negativos de la crisis económica. Para crear sus carrozas, los hermanos Costillas parten de un chasis de hierro con dos ejes, cuatro ruedas de carga y una lanza para engancharlas al vehículo que tirará de ellas durante los desfiles. El siguiente paso es forrar en madera la estructura de hierro, a la que posteriormente se añade el "tema escultórico" y todo el conjunto se forra con dos manos de papel que "no quede en contacto con la fibra de vidrio" y a continuación, se aplica otra capa de poliéster. Cuando el carruaje está concluido se aplican dos manos de pintura especial y se decora con brillantina o escarchas. Todas las carrozas de la empresa toresana cumplen con las normas de seguridad exigidas, gracias a faldones que recubren las ruedas que, además, van retranqueadas hacia dentro, para evitar posibles accidentes cuando los niños se aproximan demasiado al carruaje para recoger caramelos durante los desfiles. También las barandillas de la carroza, aunque son decorativas, aportan seguridad ya que son una barrera de protección para los pequeños que desfilan montados en ella. De media, en cada carroza, los hermanos Costillas emplean tres meses de intenso de trabajo, mientras que cada personaje es independiente y a su creación dedican cerca de un mes.

En la actualidad, esta empresa cuenta con 31 carrozas y 50 personajes y su temática es variada, aunque muchas de ellas están dedicadas a países. Por último, Francisco y Roberto Costillas destacaron la importancia de Toro en el mundo de las carrozas, ya que en el alfoz tres empresas se dedican a este tipo de creaciones y, como subrayaron, "es un orgullo poner el nombre de Toro en el mapa cuando nos movemos por la geografía nacional".