Toro respira magia. La plaza de San Francisco, el Paseo del Espolón y la Plaza Mayor se han convertido este fin de semana en improvisados escenarios sobre los que un elenco de artistas internacionales han desplegado sus trucos para el asombro del siempre fiel público toresano. El I Concurso Internacional de Magia de Calle ha encontrado en la vieja ciudad de Doña Elvira un marco incomparable para ofrecer esta experiencia pionera que pretende asentarse en la provincia con el paso de los años. Y lo ha hecho de la mano del más importante de los ingredientes: el espectador. Niños y mayores abarrotaron durante la jornada de ayer las actuaciones y con sus aplausos se convirtieron en jueces de este particular certamen.

El espectáculo arrancó en la noche del viernes. El mago argentino Carlos Adriano fue el encargado de dar el pistoletazo de salida al festival con una presentación en la que absolutamente todos los detalles estaban cuidados. Cientos de personas se reunieron en la Plaza Mayor, donde las losas se convirtieron en escenario y patio de butacas. El número del artista argentino incluyó interacción con el público, donde los niños eran mayoría.

Sin embargo, no fue hasta el día de ayer cuando el concurso organizado por Producciones Directo al Corazón y la Diputación de Zamora llegó a su eclosión. Óscar Escalante abrió el apetito mágico de los toresanos con su espectáculo en la plaza de San Francisco al filo del mediodía. Minutos antes de la actuación, una multitud permanecía ya congregada para disfrutar de los trucos del artista.

Y por la tarde, se produjo el delirio. Héctor Sansegundo, Raúl Camagüey, Iván Santacruz y Patxi se embarcaron en una frenética aventura en la que el público tuvo que hacer maravillas para seguir el ritmo del show. Desde las 19.00 hasta las 23.30 horas, los cuatro artistas fueron representando su espectáculo entre la Plaza Mayor y el Paseo del Espolón con diferencias de apenas cuarenta y cinco minutos entre pase y pase. Y el respetable, tras ellos. Una experiencia que, a todas luces, mereció la pena. El público toresano respondió a la llamada de la magia callejera y convirtió esta iniciativa pionera en todo un éxito.