Un año después de que se presentara en el Juzgado de Toro una querella contra Azucarera por presuntos delitos de homicidio y contra la seguridad de los trabajadores, los abogados de los denunciantes solicitarán que presten declaración los enfermos y familiares de fallecidos, presuntamente por la inhalación y la exposición continuada al amianto en las instalaciones de la fábrica de Toro. Esta petición será presentada en sede judicial por el abogado de los querellantes, Román Oria, quien ayer estuvo presente en la comparecencia, para prestar testimonio, de tres subcontratistas y del responsable de otra subcontrata de Azucarera y que, en su día, se encargó de coordinar la seguridad en la fábrica toresana.

Después de estas declaraciones que para Oria, «no serán definitivas», el abogado ha planteado a los querellantes que presten declaración en el Juzgado de Toro porque «ha llegado el momento de clarificar algunas cuestiones». En este punto, el letrado reconoció que las personas que decidieron unirse para presentar una querella conjunta, han vivido directamente la enfermedad o el fallecimiento de seres queridos y «pueden arrojar bastante luz», ya que «sabían cómo, cuándo y dónde» trabajaban sus familiares, datos concretos que, en este momento del procedimiento judicial iniciado hace un año, pueden ser claves para determinar las consecuencias de la inhalación continuada de amianto.

Tras asistir a la comparecencia de los testigos que ayer tuvieron que prestar declaración en sede judicial, Oria mantuvo un breve encuentro con las personas que decidieron interponer esta querella para conocer si están dispuestas a declarar en el Juzgado y relatar sus historias. Según la información recabada por este diario, los querellantes han manifestado al letrado que están dispuestos a testificar, e incluso cuentan con el respaldo de algún trabajador, ya jubilado, de la Azucarera de Toro que, de forma voluntaria, se ha ofrecido para aportar datos que puedan esclarecer si existe una relación directa entre la exposición al amianto y las enfermedades que padecen algunos empleados y las que han ocasionado la muerte a otros operarios de la fábrica en los últimos años. Una de las personas que más se ha implicado en este caso y la primera en percatarse en Toro de la posible relación que existe entre el fallecimiento de su marido con la inhalación de amianto, M. C.A. se mostraba ayer dispuesta a «luchar» y a relatar una larga y dura batalla desde que a su esposo le detectaran un cáncer de pulmón del que no pudo curarse. Siente un profundo dolor y las lágrimas empañan sus ojos al recordar un «largo peregrinaje de médico en médico», después de que a su marido le diagnosticaran un cáncer, pero quiere que el procedimiento judicial siga adelante con el fin de que se depuren posibles responsabilidades. M. C. A. recordaba ayer que su marido era un hombre «sano» al que le encantaba montar en bicicleta, con la que llegó a recorrer hasta 3.000 kilómetros en un año, pero un día «llegó a casa y dijo que no había podido subir una cuesta». El trágico desenlace fue el fallecimiento de este trabajador, a los 58 años de edad, y ahora su esposa no está dispuesta a tirar la toalla y quiere llegar hasta el final, aunque el proceso removerá muchos recuerdos y sentimientos.

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