El arquitecto encargado de redactar el proyecto de restauración recordó que la ciudad de Toro cuenta con más de 300 bodegas aunque, como reconoció, existen «otras muchas» que no están catalogadas porque, en algunos casos, se han convertido en una «carga» para sus propietarios. No obstante, Lucas se mostró convencido de que el proyecto de restauración impulsado por el Gobierno contribuirá a que las bodegas empiecen a ser consideradas como «espacios que forman parte del patrimonio cultural de la ciudad y de la vida económica de Toro». Como en otros lugares con tradición vinícola, las bodegas de Toro fueron excavadas bajo los edificios de los que forman parte y, en muchos casos, eran el origen de las propias edificaciones ya que la tierra procedente de su vaciado se empleaba en la construcción del inmueble superior. De las cuatro bodegas seleccionadas para el proyecto de restauración, la que presenta un mejor estado de conservación es la que existe en el palacio de los Condes de Requena, e incluso, el Consejo Regulador sigue utilizando sus instalaciones para el almacenamiento de vinos.