Catadores de la prestigiosa Guía Peñín de los Vinos de España lanzaron ayer una clara advertencia a las bodegas de la Denominación de Origen Toro, a las que aconsejaron que «se pongan las pilas» y que eliminen la excesiva graduación alcohólica de muchos de sus vinos, si quieren competir con otras zonas productoras del país. Durante la cata celebrada ayer en la sede del Consejo Regulador, tres catadores de la Guía Peñín valoraron alrededor de 160 muestras de vino, que representan alrededor del 80% de los vinos que comercializan las bodegas amparadas por el marchamo de calidad.

En esta cata, los tres catadores de la Guía Peñín probaron vinos jóvenes, crianzas y reservas de distintas añadas, la más joven del 2011 y la más envejecida, del año 1998. En una primera valoración de las muestras catadas, el director de la publicación, Carlos González, destacó que, con toda probabilidad por la crisis económica, las bodegas han utilizado menos barricas nuevas en el proceso de crianza. Este hecho ha propiciado que los vinos «sean más equilibrados» en cuanto a matices tostados, a diferencia de anteriores catas en las que los vinos valorados «estaban excesivamente marcados por maderas nuevas». Tras la cata celebrada ayer, el equipo de catadores de esta guía pudo comprobar como, en muchos casos, los matices torrefactos que aporta la madera han desaparecido y que los vinos presentan un mayor equilibrio entre la fruta y la crianza en barrica.

Sin embargo, González enumeró otros aspectos negativos de los vinos catados ayer y que se relacionan con las «maduraciones».

En este punto, precisó que en la Denominación de Origen Toro los vinos se siguen caracterizando por «grados alcohólicos muy altos» que llegan incluso a superar los 15 grados. De estos caldos se desprenden, según este experto, «sensaciones muy confitadas y alcohólicas» que provocan que, algunos vinos, recuerden a otros tan conocidos como el Pedro Ximénez. Por estos motivos, González recomendó a los bodegueros de la Denominación de Origen Toro que «se pongan las pilas» para que las uvas utilizadas en el proceso de elaboración «lleguen a su cenit fenológico de maduración pero sin alcanzar graduaciones alcohólicas muy altas que pueden ser consideradas excesivas». Asimismo remarcó que, en el caso de los vinos de Toro, «es preferible que aparezcan las notas tostadas de madera, antes que fruta confitada o sobremadura».

Todas estas sensaciones propiciarán, como anunció González, que las puntuaciones que recibirán los vinos toresanos en la próxima Guía Peñín sean inferiores a las de años anteriores. Por último, remarcó que, en la actualidad, el mercado demanda vinos con tonos frutales y equilibrados, por lo que aconsejó a las bodegas amparadas por el marchamo de calidad toresano que «busquen más frescura» en sus elaboraciones para poder competir con otras zonas productoras que han sabido adaptarse a los gustos del consumidor.