Han pasado cinco años desde que el bodeguero francés, Anthony Oliver Terryn, cumpliera el sueño de comercializar su primer vino elaborado bajo el amparo de la Denominación de Origen Toro. Para conmemorar este V Aniversario y celebrar el reconocimiento obtenido por un vino de esta bodega, «Titán del Bendito 2006», que ha sido elegido por la revista inglesa «Decanter» como el mejor caldo de Castilla y León, Dominio del Bendito celebró ayer una cata-degustación a la que asistió el Embajador de Francia en España, Bruno Delaye, autoridades provinciales y locales, responsables del Consejo Regulador, familiares y amigos.

Durante este acto, el Embajador de Francia destacó que la tradición vitivinícola que comparten franceses y españoles, se ha convertido en una «actividad económica importantísima porque crea valor añadido y empleo» y resaltó la importancia de defender «entre países europeos» la Política Agraria Común y «sus conceptos para preservar las Denominaciones de Origen y la calidad».

En su intervención, agradeció la «generosidad» de Castilla y León y de «sus gentes» por haber acogido a un joven emprendedor francés que ha podido desarrollar en Toro su «proyecto de vida y su proyecto empresarial». Asimismo alabó el trabajo realizado por todas aquellas personas que «han defendido la Denominación de Origen Toro y la han promovido en el mundo», lo que ha permitido que, desde hace diez años, los caldos toresanos ocupen un lugar destacado en «el mapa internacional de los grandes vinos». Por su parte, Terryn aseguró en este acto que la bodega Dominio del Bendito representa «la imagen de Europa», porque el capital es francés, en la plantilla de trabajadores han convivido personas de distintas nacionalidades y porque «enviamos vino a muchos países». Terryn también lanzó un mensaje de optimismo a todos aquellos jóvenes emprendedores que, a pesar de la crisis, quieren desarrollar un proyecto y les animó a que «luchen por los sueños y a que no se dejen intimidar».

Durante este acto, Terryn agradeció el apoyo de Jean François de la bodega Quinta de la Quietud, quien «me acogió para hacer prácticas» y le brindó la primera oportunidad de descubrir la Denominación de Origen Toro. También dedicó un reconocimiento a bodegueros como Luis Mateos o Manuel Fariña por ser los artífices de la «revolución que ha experimentado Toro». También agradeció el apoyo de otros bodegueros como Wenceslao Gil, Frutos Villar a las cooperativas y destacó la importancia del desembarco en Toro de industrias como Pintia o las lideradas por franceses. Por último, agradeció el respaldo de sus padres, amigos y de «la mujer que comparte mi vida, Lara, que me ha hecho el regalo más importante de mi vida, mi hijo Lorenzo».