Con la apertura de la muestra de Palencia, el pasado día 7 de septiembre entraba en su fase final la exposición antológica «Delhy Tejero: representación» (organizada por Caja España con la colaboración de la Junta) , que ha recorrido las nueve capitales de la Comunidad Autónoma mostrando la trayectoria de la artista toresana al público. De esta forma concluye un periplo de once meses tras los cuales el comisario de la exposición, el prestigioso crítico de arte José Marín-Medina, ha sentenciado, satisfecho, que «se ha cumplido el programa», pero sobre todo cree que se ha consumado la «principal finalidad» de la muestra: «ofrecer una visión completa» de la obra de Delhy. Así las cosas, el próximo 28 de septiembre se clausurará oficialmente la que se considera ha sido la retrospectiva antológica más plena de la polifacética artista, ¿pero ahora qué?, ¿de vuelta otra vez al olvido?

Para Marín-Medina está claro, aún «a sabiendas», afirma, de que puede «equivocarse». Ahora Castilla y León debe saldar la «deuda» que tiene contraída no solo con Delhy Tejero, sino con los artistas castellano leoneses que trabajaron para definir el arte vanguardista en España, aquellos que contribuyeron a que el arte español -la escultura, la pintura, la arquitectura- «dejara de ser tradicionalista y pasara a ser más moderno». Y la forma de hacerlo es, a criterio del comisario, creando el museo de arte de vanguardia en Castilla y León, en el que cada artista tuviera su propia sala: además de Delhy Tejero, el escultor zamorano Baltasar Lobo, su colega salmantino Mateo Hernández, la pintora vallisoletana Ángeles Santos....Todos ellos, hasta completar una quincena de elegidos, dice Marín-Medina, «merecen ser estudiados, analizados por expertos, y conocidos por el público».

El plantel ofrecería, a juicio del crítico, «una visión conjunta muy interesante» sobre «qué paso con las artes plásticas en Castilla» en los años 30, 40 y 50 del siglo pasado, de la misma manera que el MUSAC (Museo de Arte Contemporáneo de Valladolid) permite obtener «una visión de lo que ocurre con las artes plásticas actualmente en España o en el mundo». En el MUSAC, subraya este miembro correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando que cuenta en su palmarés literario con el Premio Sésamo de Novela , «está el corazón palpitante», y en el museo de vanguardias se mostraría el «origen» de la «modernidad». Pero ojo, apostilla Marín-Medina, «las familias no deben regalar, aunque si facilitar, las obras, porque la cultura no es gratis», en alusión a la búsqueda de una fórmula que permita a los descendientes de los artistas poder ceder su obra para que el público pueda tener acceso a ella. En el caso de Delhy Tejero buena parte de sus trabajos están en manos de sus herederos y otros muchos pertenecen a instituciones públicas y a colecciones particulares.

Sea como fuere, de momento la muestra que está ahora a punto de finalizar ha conseguido propósitos hasta el momento no alcanzados, ya que, como matiza el comisario, «hasta ahora la mayoría de las personas que habían organizado exposiciones de Delhy eran profesores de Literatura con afición por la pintura, pero nunca se habían visto los diferentes géneros que cultivaba y las diferentes etapas de su vida en una sola muestra; las organizados hasta ahora han sido exposiciones parciales». Así, se explica Marín, por una parte se ha insistido en la «magnífica» ilustradora que fue, una faceta que le permitió mantenerse económicamente. «En el Centro Conde Duque de Madrid se había hecho una exposición sobre sus ilustraciones muy bonita, aunque limitada, y es normal que se hiciera porque vivió de sus ilustraciones en la primera etapa de su vida y ya en su última etapa volvió a publicar ilustraciones en la revista Blanco y Negro y en ABC, en color, aunque ya lo hacía por darse el gusto; además, de joven ilustraba relatos de otros autores, pero al final de su vida se permitió ilustrar sus propios cuentos».

En segundo lugar, la exposición se ha sumergido en una parte «muy poco estudiada » de la artista: su obra aplicada a la arquitectura, o lo que es lo mismo, sus proyectos como muralista por encargo de diferentes instituciones, que desarrolló en los años 50 y 60. En realidad, dice, en España se han hecho muy pocas exposiciones de arte mural «porque hay que presentar bocetos o videografías», algo a lo que no se ha podido recurrir en esta muestra «porque no hubo medios suficientes». Y por supuesto la muestra ha hecho un recorrido por su pintura de caballero, aunque lo cierto es que fue de lo que menos vivió: «en aquellos años, después de la guerra, era muy difícil hacerlo», aclara Marín-Medina, «pero para todos los artistas en general, como Benjamín Palencia o Daniel Vázquez Díaz, que tenían que vivir como profesores de Artes y Oficios o de Bellas Artes y su consideración social era muy limitada». Realmente, apunta, «el mercado del arte en España nace a finales de los años 60 y, además, Delhy no tenía un trato fácil, y mucho menos con el mercado».

Consideraciones de este tipo aparte, las obras expuestas en la exhaustiva muestra de Caja España han posibilitado contemplar como la artista «llegó a la abstracción geométrica y a la matérica desde la figuración». Dice Marín que «ha sorprendido mucho ver como empieza siendo figurativa tradicional y acaba dando más importancia a la estructura geométrica, llegando a la pura abstracción». Se ha podido comprobar también como «otras veces da mucha importancia a los materiales: el carboncillo con óleo, el perlismo, las cuentas de colores o la arena, llegando a hacer una pintura muy bella, casi una exquisitez de materia».

E incluso, la muestra ha dado su «importancia» a la faceta viajera de Delhy, que quedó plasmada en centenares de ilustraciones de paisajes, «preciosas acuarelas» que vendía a los turistas en forma de cuadritos sin enmarcar en sus estancias en Marruecos, Italia o París. «Son imágenes a medio camino entre las ilustraciones y la pintura», aclara , que destaca así mismo el carácter exclusivo de esta parte de la exposición.

Un período de convalecencia impidió a José Marín-Medina -licenciado en Filología por la Universidad de Granada y diplomado en Documentación por la Biblioteca Nacional de Madrid, escritor, crítico de arte, guionista en TVE y autor de una amplia bibliografía- estar en la inauguración de la última etapa de la exposición, pero sí espera estar en la clausura final de este recorrido, entre otras cosas para recordar que ha sido posible gracias a la colaboración de Caja España «en un momento, además, muy difícil, porque se ha hecho todo en pleno proceso de fusión de las cajas», y para poner de relieve la «impresionante ayuda» de Inés Vila, sobrina-nieta de Delhy Tejero, que ha asumido las funciones de la secretaría del comisariado de la muestra.