Tras probar ayer ochenta y dos caldos de la zona, Jay Miller, elegido por el afamado Robert Parker para ser su paladar en España y Sudamérica, dijo que recomendará los vinos de la Denominación de Origen Toro a los importadores y suscriptores de la prestigiosa publicación estadounidense para la que trabaja, «The Wine Advocate», la «biblia» del sector. La cata tuvo lugar en el Consejo Regulador y una vez concluida Miller no dudo en señalar que «casi todos» los vinos participantes «tienen una calidad sobresaliente».

Sentado frente a una mesa con fondo blanco y con luz natural, para que el color del vino no se disperse, por delante de Jay Miller fueron desfilando los vinos de más de una veintena de bodegas de la Denominación de Origen -con un máximo de tres por cada firma-, concretamente de aquellas que cuentan con importador en Estados Unidos, de acuerdo al criterio marcado por el «jefe», Robert Parker. Durante cerca de cinco horas y media -de nueve de la mañana a dos y cuarto de la tarde- estuvo catando los 82 vinos , entre robles, crianzas, reservas y de autor, que iban siendo colocados en los climatizadores por los técnicos del Consejo Regulador. Miller quiso que se mantuvieran en una temperatura de entre 14 y 15 grados y prefirió irlos catando por bodega y no por añada. El director técnico del órgano vinícola, Santiago Castro, se encargó de oler cada botella con el fin de detectar algún posible defecto, resultando finalmente que solo tres tuvieron que ser desestimados por presentar aroma a corcho.

Entre los vinos de una bodega y otra la copa era sustituida y envinada para eliminar, así mismo, la posibilidad de que estuvieran impregnada de olores procedentes del lavavajillas o de cal, entre otros. El catador americano se acompañó, además, de los habituales pedacitos de pan que ayudan a suavizar los taninos del vino.

Durante la rueda de prensa posterior, en la que fue traducido por su lugarteniente en España, el Master of Wine Pancho Campo, todo fueron elogios contundentes por parte de Jay Miller hacia los caldos de la D.O. Toro, de la que dijo sentirse «impresionado por la forma en que ha ido evolucionando». Y es que comentó, además, que «hace tiempo» había realizado ya una visita, aunque «muy breve». En esta ocasión también ha estado acompañado por el presidente del Consejo, Amancio Moyano, quien definió como «un lujo» la presencia en Toro de Miller, la cual despertó una gran expectación mediática.

Destacó la buena relación calidad-precio de los caldos toresanos, lo que, a su juicio, vaticina su éxito en el mercado norteamericano. Robert Parker «acertó» hace más de una década cuando auguró su «potencial» y en estos momentos, señaló, «EE.UU. empieza a salir de la crisis, la gente está dispuesta a gastar más dinero en vino en los restaurantes y como los vinos de Toro ofrecen una buena relación calidad-precio, no hay problema, sino al contrario» de cara al futuro próximo pese a la situación económica. Según el catador, «los importadores que trabajan con vinos españoles están haciendo un trabajo muy interesante».

De hecho, matizó, «en EE.UU, cualquier vino de buena calidad y con un precio por debajo de los 25 euros tiene posibilidades de triunfar». Al consumidor americano, apostillo, «les tiene sin cuidado de dónde proceda el vino siempre que sea bueno». Respecto a otras zonas que entran en competencia como Ribera de Duero o Rioja, señaló que «un americano que pueda distinguir estas tres regiones ya es un experto, pero por el precio que se paga por un vino de Toro se ofrece mejor calidad que en esas zonas».

Por otro lado cree que «una de las ventajas de España en el mercado americano es que no la asocian con una sola variedad de uva, sino que la gama es altísima tanto en tintos como en blancos». Y hablando de variedades afirmó que los consumidores de su país, «que compran el vino en función de la uva», están empezando a conocer el tempranillo, aunque también se refirió a la garnacha como la variedad que «está llamada a liderar el mercado internacional ». Por cierto que, «de momento», es mejor introducirse en el mercado con el nombre de tempranillo y no con el específico de Tinta de Toro: «si se añade una sutileza más se confunden», matizó. Por otro lado no cree que haya que hacer «cambios drásticos» en la D.O. Toro en cuanto a la gama de vinos: «debe seguir haciendo lo que hace, jóvenes, robles, crianzas...., Estados Unidos se está recuperando y la gente no tardará mucho en beber buenos vinos».