El grupo local de teatro «Tespis» ha estrenado en el teatro Latorre su último espectáculo teatral, que bajo el título de «Cuadros de amor y humor», reúne diversos textos de José Luis Alonso de Santos, autor con numerosos éxitos en su carrera, como señaló el director del montaje, Marià Planas i Homs, quien destacó, entre otros, «La estanquera de Vallecas» y «Bajarse al moro».

En cuanto al contenido de la obra, en la que se entremezcla lo cómico y lo trágico de la vida, Planas aseguró que «como director me gustó el reto de afrontar a un mismo tiempo la comedia y la tragedia de la vida, era un reto trabajar para que cada personaje reflejara las dos facetas». En este sentido, destacó el trabajo con los actores, que «ha sido inconmensurable», a lo que añadió que, tras una historia de casi 30 años, «Tespis» tiene un nivel «muy alto, está por encima de los grupos de teatro aficionado», por lo que reconoció que se siente «muy orgulloso». Y es que precisó que él es «muy exigente como director», exigencia a la que los actores responden con «muchas horas de trabajo y un trabajo muy bien hecho». Planas afirmó que «yo soy el primer espectador de mi teatro, y el más crítico», por lo que si considera que si una obra «no está para que la vea el público, no la dejo estrenar».

Por lo que respecta a la concepción escénica, Planas explicó que su idea era la de definir dos espacios, el superior, con unos cuadros, que refleja el ideal estético, y el inferior, que muestra el mundo real, «que es más trágico y más cómico, pero que tiene también su estética». Así, la escenografía se basa en la colocación, diferente y sucesiva, de una serie de bloques negros, «que son el suelo, que se mueve»; el cambio de colocación ubica cada escena en un ambiente y en un lugar distintos. De hecho, estos cambios forman parte de la teatralización porque se realizan frente al espectador, con la escena abierta, y es que así se quiere mostrar cómo para este grupo «el teatro es una escuela para la vida». Y así, también se incorpora al público en la obra a través de los actores que se ponen máscaras, en cada «cuadro», mientras otros actúan; de alguna forma, con esto se representa el hecho de que todas las personas son espectadores y actores a un tiempo, también en la vida real.

Finalmente, Planas también quiso agradecer el trabajo «de la gente que no se ve, como el trabajo de luz que ha realizado Toñín, el técnico del teatro, el trabajo de sonido que ha hecho Antonio Berián, y especialmente el trabajo de peluquería de Eva, que durante casi dos horas está como una loca cambiando maquillaje y peluquería, a una gran velocidad y sin hacer ni un ruido».