Con la muerte de Félix "El cacharrero" se extingue también la actividad alfarera de Toro, cuyo origen se puede documentar ya en el siglo XVI gracias a contratos de aprendizaje del oficio que se han conservado. En los siglos siguientes alcanza un gran esplendor del que quedó constancia en censos de población y vecindad, cartas dotales, disposiciones generales para todo el territorio hispano, o estudios de investigadores de Zamora, como se recogía en los libretos que se editaron en 1987 con motivo de la exposición sobre la alfarería popular de Toro que se organizó en la Casa de Cultura de la localidad, en la que se mostraban parte de las piezas elaboradas por Félix Rodríguez. Según la misma, a principios del siglo XX se llegaron a contabilizar en el municipio hasta treinta alfares en activo, disminuyendo su número hasta siete tras la Guerra Civil. En la década de los 80 solo se mantenía ya el taller de Félix. Toro y el cercano núcleo de Tagarabuena han sido y son ricos en arcilla, lo que ha permitido proporcionar buena parte de los barros necesarios para el modelado de las piezas: barro negro y barro "colorao" que se mezclaban en una pila o baño y que luego se extraía, formando una torta que luego se oreaba. Antes de iniciarse el modelado, el barro era amasado en el sobadero para distribuir los materiales de la pasta y eliminar impurezas.