Ana Blanco se define como "una persona tímida", aunque cada día ofrece las noticias en directo a millones de espectadores de TVE, una labor que lleva desarrollando 20 años, pese a que, confiesa: "nunca me planteé presentar un Telediario".

La periodista vasca (Bilbao, 1961) vive estos días en el "desasosiego" que le produce el caudal de información que llega de Japón y Libia, y que ha captado a millones de televidentes, que han vuelto a situar al Telediario de las 15:00 horas entre los programas más vistos.

"Seguimos siendo una referencia cuando pasan cosas importantes", explica en una entrevista a Efe Blanco, quien está de acuerdo en que los españoles siguen en parte por costumbre los Telediarios, aunque resalta que detrás hay "un trabajo de muchos años" que mantienen a diario a base de "credibilidad", y al que se han sumado también muchos jóvenes, como comprueba "cada día en Twitter".

Ana Blanco presenta en solitario el TD-1 desde 1989 -con Jesús Álvarez al frente de los deportes-, y anteriormente pasó por las ediciones de fin de semana y de la noche, hasta cumplir ahora dos décadas de trabajo en los informativos públicos, por lo que se ha convertido en el rostro señero de las noticias en TVE.

"He tenido la suerte de no tener que pelear mucho por no ser sólo un imagen, porque desde un principio, cuando comencé en TVE, en plena Guerra del Golfo, hice labores que me ayudaron a que me considerasen como periodista, no sólo como presentadora", explica Blanco, que estudió Pedagogía y después unos años de Periodismo, para debutar en la radio presentando "Los 40 principales".

La presentadora del TD-1 asegura que en su dilatada carrera profesional no ha tenido que enfrentarse a la disyuntiva de atender o no consignas de tipo político: "No me han llegado ese tipo de presiones, aunque en todo este tiempo hay gente con la que te entiendes mejor o peor, y no todas las etapas han sido iguales".

Blanco, para quien el periodismo "tiene mucho de oficio y de sentido común", señala que ha aportado a los informativos de TVE, de cuyo equipo de edición forma parte, su carácter "meticuloso", así como su afán de comunicar con sencillez.

En estas dos décadas ha tenido que solventar todo tipo de situaciones imprevistas, como la de hablar seis minutos seguidos porque no entraban las conexiones previstas, o contener sus emociones ante noticias de gran impacto. "En el 11-S tuve una sensación de irrealidad que ayudó a que me controlase", explica, aunque añade que a veces lo pasa mal, porque sufre "como todo el mundo, ante ciertas noticias".

Asegura que, "pese a ser una persona tímida", lleva bien la popularidad porque la gente es "cariñosa" con ella. "Después de tantos años viéndome de medio cuerpo en sus casas, sienten curiosidad por conocerme más", añade la periodista. Afirma que siempre ha preferido seguir en la cadena púbica, a pesar de las ofertas de la competencia. "He considerado que estaba mejor en TVE, y no me arrepiento", afirma, y añade que tampoco se plantea nuevos retos, salvo hacer un programa de entrevistas en el que ir más allá "de las dos preguntas" de los informativos.