Susan Whitfield, directora de la British Library, sede del proyecto internacional, ha explicado en una entrevista con Efe que se trata de una acción con un importante componente educativo y de preservación de la que forman parte China, Rusia, Japón, Alemania y Reino Unido.

La investigadora, que impartió esta semana en Madrid una conferencia sobre la Ruta organizada por la Sociedad Geográfica Española y la Fundación Ramón Areces, aclaró que por una parte se ofrece en la web "idp.bl.uk" la posibilidad de consultar cientos de manuscritos, pinturas, fotografías y telas relacionadas con la ruta de la seda, y por otra, se pretende conservar sus restos arqueológicos.

Recordó que en los comienzos de la Ruta también participaron mercaderes del norte y el este de África, y puso como ejemplo que el lapislázuli azul utilizado en las máscaras de los faraones llegaba a Egipto desde Afganistán.

Los manuscritos reflejan como algunos soldados "echaban de menos su casa", ya que recorrían grandes distancias custodiando los caminos y batallando contra ejércitos rivales, incluso en invierno a más de 5000 metros en las altas cordilleras del Himalaya.

Grupos de mujeres "cortesanas" seguían a los ejércitos para satisfacer las necesidades de los soldados.

Las mujeres, especialmente las de clase alta, gozaban de cierta libertad y se podían divorciar, e incluso los textos explican que algunas montaban a caballo usando "los cómodos pantalones de los bárbaros" y jugaban al polo en el palacio de Dunhuang, en China.

Eran frecuentes las alianzas matrimoniales entre la realeza, y en algunas pinturas se recoge la leyenda de la princesa china que reveló el secreto de la seda cuando fue ofrecida en matrimonio a un príncipe del vecino reino de Kotán.

Los dirigentes de Kotán la previnieron que si quería seguir disfrutando de la calidad de ese tejido debería traer consigo el método de fabricación, y la princesa ocultó los gusanos de seda en un gran tocado en el que no repararon los guardianes chinos.

Según reflejan los textos y las pinturas, por la Ruta de la Seda también caminaban monjes y monjas budistas, contadores de cuentos, bandidos, espías y todo tipo de viajeros y comerciantes.

Uno de los documentos "más increíbles" se descubrió al norte de Dunhuang en el interior de una saca de correos de aproximadamente el siglo III, donde una mujer echa en cara a su esposo, un mercader de Samarkanda, lo que tardaba en volver.

En la carta la esposa relata que se siente abandonada, y señala: "ya me decía mi madre que no me casara contigo", y en un margen la hija añade: "por favor papá, vuelve a casa".