Un hombre de edad avanzada y con una minusvalía reconocida del 54 por ciento fue juzgado este martes en la Audiencia Provincial de Valencia por violar presuntamente a la mujer a la que contrató para hacer las tareas domésticas.

Su función iba a ser la de hacer la comida así como ayudarle a acostarse y vestirse, ya que el hombre sufre parálisis del brazo izquierdo. No obstante, después de tener sexo consentido con su asistenta, como ambos reconocieron en la sala, días más tarde la mujer se negó a seguir manteniendo relaciones porque tenía el periodo menstrual. Fue entonces cuando el acusado presuntamente la golpeó con una botella de cristal en la cabeza y la forzó analmente, según relató visiblemente nerviosa la víctima.

El acusado negó haber forzado a la mujer e incluso cualquier relación laboral con la misma. Así, según explicó, la acogió en su casa porque ésta no tenía un sitio donde dormir, pero en ningún momento hablaron de dinero por cuidarle. Su defensa sostiene que es imposible que su cliente agrediera sexualmente a la mujer, según describe ésta, porque no puede mover el brazo izquierdo y difícilmente podría llegar a inmovilizarla con un solo brazo.

El procesado acudió a la vista oral en silla de ruedas, aunque los testigos ratificaron que en el momento en el que se produjeron los hechos, que se remontan a diciembre de 2013, este caminaba de forma normal. De igual modo, hubo quienes incluso presenciaron cómo trataba de introducirla por la fuerza en la casa cuando la mujer salió al balcón a pedir auxilio. Además, los agentes de la policía que acudieron al domicilio, situado en un barrio de Valencia, observaron que la víctima presentaba lesiones sangrantes en la cara y la cabeza.

"La sangre era mía"

Para tratar de justificar la presencia de estas lesiones el acusado alegó que la mujer le había confesado antes que se las había hecho su novio. Además, aseguró que fue ella quien se puso encima de él y le empezó a dar puñetazos. "La sangre sería mía", esgrimió en su defensa.

El Ministerio Fiscal solicita una pena de 16 años de prisión por dos delitos de violación, aunque la propia víctima, que acudió esposada al juicio al encontrarse presa por otros hechos, solo pudo recordar y relatar una agresión sexual. El resto de encuentros sexuales aseguró que fueron consentidos, exceptuando el día que se negó porque tenía la regla. Respecto a si le pagaba por sexo, la mujer lo negó.

Por su parte el procesado insistió en que solo tuvo sexo con ella el primer día. "Se ponía a bailar desnuda con un albornoz", recordó el hombre, "se puso encima mía, yo no me podía levantar". Asimismo atribuye el incidente del balcón y la posterior denuncia al hecho de que éste le exigiera que se marchara de su casa.