Agustín Aliaga y Juani Sánchez llevan 37 años casados. El próximo 19 de septiembre volverán a celebrar su boda. Una boda sin papeles, sin convite, sin invitados ni boato, donde Jessy oficiará como maestra de ceremonia. Será una especie de enlace simbólico para celebrar que casi cuatro décadas después de perder el anillo con el que se casaron por primera vez, esta alianza volverá al dedo de su legítimo propietario, cuando nunca, ni por asomo, pensó que pudiera volver a recuperarla.

El significado de este anillo único nada tiene que ver con el que en su día ideó J.R.R. Tolkien, aunque las historias que se entrelazan entre sí bien podían haber conformado una de sus novelas de fantasía épica. La primera parte, es ya conocida: una instructora de buceo -Jessy- halla en el fondo del mar, en las inmediaciones de la isla de Benidorm, una alianza matrimonial e inicia una campaña en las redes sociales para encontrar a su dueño. Dos son las únicas pistas: una fecha, el 17 de febrero de 1979, y un nombre, que nunca hasta ahora ha sido desvelado, ambos grabados en el interior de la sortija. Más de 70.000 personas respaldan la iniciativa y comparten en sus perfiles la búsqueda. Y logran lo que parecía imposible.

Una sobrina de Juani ve la publicación y le parece curioso que la fecha coincida con el día en que se casaron sus tíos. Ha oído la historia familiar sobre la pérdida de esta alianza y piensa: "Quién sabe. Igual es la suya". La noche del jueves, logran contactar con Jessy. "Y cuando me dijo 'Hola, soy Juani', pegué un grito porque no me lo podía creer", explica la submarinista, dado que se trataba del nombre inscrito en la joya. "Me dieron sus datos, me enviaron una foto de la hoja del Libro de Familia con la fecha del día que se casaron,... Todo coincide, así que no hay duda de que el anillo es de Agustín", mantiene.

Camarero en la ciudad turística

Aquella pareja que se casó hace casi 40 años vive ahora en Zaragoza, donde han criado a sus dos hijos y regentan un negocio de hostelería desde hace 23. Pero en los años 70, su residencia era Benidorm. Él había llegado desde su Aragón natal para trabajar como camarero en la ciudad; ella vivía en Callosa d'en Sarrià (Alicante), donde nació y donde aún tiene a parte de su familia. Se conocieron, se enamoraron y se casaron, cuando contaban con 22 y 19 años, respectivamente. Ahora, tienen 59 y 56.

"Mis suegros tenían como tradición ir todos los años, el 18 de julio, a comer y a pasar el día a la isla. Ese año de 1979, aún de recién casados, decidimos acompañarlos. Una de las veces que entré al mar a bañarme, se me debió caer el anillo y cuando me di cuenta, me volví a meter para buscarlo pero ya no hubo manera de encontrarlo", explica Agustín. Los anillos los había comprado Juani antes de la boda. "Y en aquella época no se llevaba eso de la señal o de ir a probárselos. Aunque no lo recuerdo muy bien, me imagino que me debía estar un poco grande y al lanzarme al agua se me cayó", explica, tras lo cual añade emocionado: "Al principio la eché mucho de menos".

Meses después, dando la primera alianza totalmente por perdida, la familia compró otra para reemplazar a la original. "Pero para mí nunca ha sido lo mismo. Ni es el anillo con el que nos casamos ni está bendecido. Valor material tiene poco, pero sentimentalmente me hace muchísima ilusión recuperarlo".

Sobre todo porque, aunque cabía la hipótesis de que la alianza hubiera sido arrojada al mar por alguien que quería deshacerse de ella tras una ruptura sentimental, no es el caso de Juani y Agustín. "No, no, nosotros seguimos felizmente casados y esperemos que por muchos años más", dice orgulloso él.

Próximo reencuentro

A pesar de que un día, por razones familiares, pusieron cientos de kilómetros de distancia con Benidorm, la pareja nunca ha dejado de visitar la ciudad. "Volvemos de vacaciones todos los años, porque mi mujer tienen por allí a sus cinco hermanas y a los sobrinos y porque, por qué no decirlo, siempre hemos sentido un poco de morriña de aquella zona". La última vez que estuvieron fue del 15 al 30 del pasado agosto. "La pena es no habernos enterado de que Jessy había encontrado el anillo estando allí, porque podríamos haber ido nosotros a por él y conocerla", se lamentan.

Sin embargo, tras haber conseguido localizarlos, Jessy no va a perder la oportunidad de cumplir la misión en la que ha puesto tanto empeño. Con su marido, formará una particular comunidad del anillo y viajará el próximo día 19 a Zaragoza para devolvérselo a Agustín y Juani en persona. "Me hace mucha ilusión, va a ser como cumplir un sueño", dice la instructora de buceo. Y será como haber llegado al Monte del Destino.