El magistrado de la Audiencia de Barcelona Pedro Martín obligó ayer a las víctimas de un agresor sexual a declarar en el juicio sin mampara, a escasos tres metros del acusado. Algunas de las víctimas se derrumbaron en la sala al recordar las agresiones que sufrieron. Todas eran menores de edad cuando fueron atacadas en Esplugues y Manresa. Se trata del mismo juez que provocó una fuerte polémica con una decisión similar en 2005, cuando obligó a cuatro niñas a declarar sin la protección de una mampara contra su profesor de kárate, al que acusaban de abusos sexuales. El juez dijo entonces que la confrontación es «absolutamente indispensable para una adecuada formación de la convicción».

El argumento que ha esgrimido esta vez el magistrado tiene que ver con la mayoría de edad de las víctimas. El magistrado se ha opuesto a la petición de declarar tras el biombo argumentando que las víctimas, a excepción de una, ya son mayores de edad, lo que provocó una situación tensa en la sala cuando desde los bancos del público los padres de una de las chicas evidenciaron en voz alta su enfado asegurando que en aquellas circunstancias su hija no declararía.

En el juicio, iniciado ayer en la sección segunda de la Audiencia de Barcelona, la fiscal pide 44 años y tres meses de cárcel y una indemnización global de 42.800 euros para el acusado, Sigredo B.L., de 35 años y natural de Colombia, acusado de cuatro delitos de agresión sexual con uso de arma, cuatro de agresión sexual en grado de tentativa y uno de lesiones.

Durante el juicio, que está previsto que finalice hoy, el magistrado desestimó la petición planteada por las acusaciones para que las víctimas, cuatro de las cuales eran menores de edad cuando ocurrieron los hechos, pudieran declarar protegidas por una mampara. El juez interrumpió la sesión para que la fiscal tuviera tiempo para convencer a los padres de la importancia de que sus hijas prestaran declaración contra el acusado, que ha negado los hechos, ocurridos en tan sólo diez meses en Esplugues de Llobregat (Barcelona) y Manresa (Barcelona).

Finalmente, las víctimas, muchas de las cuales se derrumbaron durante su intervención, declararon sin ninguna mampara que les sirviera de protección, de espaldas al supuesto violador -a quien tenían a menos de tres metros-, y con la secretaria judicial haciendo de pantalla humana manteniéndose todo el rato de pie en medio de ambos.

Además, los dos agentes de los Mossos d'Esquadra que custodiaban al acusado -que lleva dos años en prisión provisional-, se ponían en pie frente a él cada vez que entraba y salía una de las víctimas, para tratar de impedir que hubiera contacto visual entre ambos.

El juez se limitó a aclarar a las familias que su misión es hacer cumplir la ley, tanto si le gusta como si no, y que el tribunal no tiene «ninguna alternativa», por lo que les invitó a quejarse ante las Cortes.