«Estoy aquí por lo que estamos todos: para que Sonia vuelva pronto a casa», afirma rotunda Marta, clienta de la tienda en la que trabaja la vecina de Pontevedra desaparecida. Marta es una de las ochocientas personas que ayer participaron en una batida por los montes y marismas de Pontevedra, con el propósito de encontrar algún rastro de Sonia Iglesias Eirín, una mujer de 38 años que lleva desaparecida desde hace doce días, desde que salió hacia el trabajo.

Al inicio del operativo, dirigido por la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía, su responsable, Evaristo Pérez, aclaró a los voluntarios congregados, a las nueve de la mañana, en el recinto del Pazo da Cultura: «No estamos buscando un cadáver». Los voluntarios, sin embargo, creen que algo malo le ha podido pasar a la mujer, que nunca se hubiese ido sin decir nada.

«No tenemos que dar por seguro que haya fallecido; vamos a buscar cualquier objeto de interés para la investigación», añadió. Y con unas pautas básicas a seguir en un rastreo tan multitudinario, los cientos de voluntarios partieron en distintos grupos hacia las marismas de Alba y O Vao, el lago de Castiñeiras y alto de Cotorredondo (gracias a la colaboración de Autocares Rías Baixas, que aportó cuatro autobuses de forma altruista) y los montes de Campañó y A Caeira.

El rastreo se prolongó toda la mañana y se dio por finalizado a las dos de la tarde sin ningún resultado, según la Policía. Los participantes localizaron en su rastreo distintas prendas, algunas tarjetas, un pastillero, una tienda de campaña y numerosos objetos que, tal y como les indicaron al comenzar la ruta, señalaron para ser recogidos posteriormente por la Policía Científica.

Los diferentes grupos estuvieron acompañados por medio centenar de agentes de la Policía Nacional y otros tantos voluntarios de Protección Civil. También colaboraron distintas agrupaciones deportivas, que rastrearon las zonas más escarpadas a bordo de quads, motocicletas, bicicletas, o cabalgando. El jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía explicó que no se utilizaron perros rastreadores porque no se trataba de localizar un cadáver. «Estamos buscando a Sonia con vida», aseguró. Entre los participantes se echó en falta más medios humanos y materiales. Lorena, Milagros y María Jesús, vecinas de Verducido (parroquia de origen de los padres de Sonia) aseguraron: «Aquí falta el Ejército, la Guardia Civil, muchos que cobran del Estado y que no están hoy». La misma crítica hacían Ramón, José Luis y Ana, vecinos de Monte Porreiro, que explicaron que, con sus medios, «es imposible acceder a muchos sitios; aquí hace falta gente especializada, profesionales y mejor organización».

Los propios agentes de Policía explicaron que con un rastreo de apenas cuatro horas era difícil obtener un resultado concluyente y admitieron que la acción de ayer obedecía más a la presión popular por organizar un rastreo masivo, que a un operativo profesional que buscase pruebas fehacientes.

El rastreo levantó numerosos desperdicios, pero también algunos objetos que llegaron a alertar a los agentes de Policía. Entre ellos, una urna con las cenizas de un difunto abandonada en medio del monte y un caballo muerto cuyo olor alarmó al grupo de voluntarios que lo localizó,