El mundo tal y como lo conocemos acabará en 2030, vaticina categórico el sociólogo y economista Mauro Guillén, director del Lauder Institute y catedrático de Dirección Internacional de Empresas en la Warthon School de Pensilvania, donde anima a sus alumnos a mirar al futuro con optimismo pese a las graves dificultades que encontrarán los sustituidos por los robots para encontrar un nuevo puesto de trabajo. De origen leonés y formado en las universidades de Oviedo y Yale ha venido a la Fundación Ramón Areces de Madrid para hablar de las nuevas tendencias tecnológicas en los mercados globales de consumo. Guillén ve a España sin un ecosistema apropiado para construir su propio Silicon Valley y avisa de que el futuro es de los países emergentes, entre otras razones, porque son los que más aumentan su población en un mundo en el que la arrolladora revolución tecnológica acrecienta la desigualdad.

-¿Cómo explica usted a sus alumnos que deben abandonar la mentalidad analógica para adoptarse al mundo digital?

-A los alumnos más jóvenes no tengo que convencerles de nada, pero los más mayores se muestran más escépticos. No es la primera vez que asistimos a un cambio tecnológico acelerado, lo distinto es que ahora no solo se va a automatizar el trabajo repetitivo sino que las máquinas van a ser capaces de tomar decisiones por sí mismas y reemplazarán empleos manuales pero también intelectuales. El mundo actual tal y como lo conocemos se va a terminar en 2030. En algunos aspectos terminará incluso antes.

-Tenemos entonces razones suficientes para estar preocupados porque la imparable innovación tecnológica está destruyendo nuestros puestos de trabajo.

-Las anteriores revoluciones tecnológicas también destruyeron puestos de trabajo pero crearon otros. Son nuevos empleos muy difíciles de cubrir por la gente que se ha quedado descolgada de este cambio y así se explica que se haya disparado la desigualdad. Más de la mitad de la desigualdad existente es debida al cambio tecnológico.

-¿Cuál es la gran lección que ha aprendido usted como catedrático de Dirección Internacional de Empresas de la Wharton School of Business de la Universidad de Pensilvania?

-Que la única respuesta posible al cambio es el propio cambio. Ya no hay vuelta atrás por mucho que haya gente como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que quiera volver a las viejas glorias. Eso es ilógico hay que mirar a las glorias del futuro.

-¿Por qué China comienza a frenar el amenazante aumento de sus exportaciones?

-Lo cierto es que China o exporta o se muere porque tiene un régimen económico que desaparecería si su economía no sigue creciendo. Por eso los chinos toleran a un partido comunista anacrónico. La estrategia fundamental de China sigue siendo la apuesta por las exportaciones aunque en algún momento tendrá que hacer algo por impulsar su consumo interno.

-¿Qué consecuencias internas y externas ha tenido la devaluación de la moneda china?

-China está perdiendo competitividad y la solución más fácil es devaluar la moneda, lo cual genera tensiones con otros países y destruye los incentivos para animar su mercado interno. Los empresarios llegan a creer que no tienen que esforzarse.

-¿Cómo influirá en el resto del mundo la política proteccionista de Trump y en particular su renuncia a Asia?

-El vacío del dinamismo económico y financiero que deja Estados Unidos lo aprovecharán China y otros países emergentes de la región. Está claro que Trump se retira del papel abierto que ha mantenido su país con el resto del mundo.

-¿Se beneficiarán los norteamericanos del slogan trampista "America first!"?

-La obligación de cualquier político es anteponer siempre a su país pero si los medios para lograrlo pasan por medidas proteccionistas o de cierre de fronteras creo que será una política perjudicial para quien la aplica.

-¿Por qué se han puesto tan nerviosos los mercados bursátiles con el cambio de timonel de la Reserva Federal de los Estados Unidos tras el primer año de Trump, visto por ciertos sectores como un revulsivo para la economía?

-Todo ha venido provocado por el mercado de los bonos. Han subido muchísimo los tipos de interés, lo cual en una situación normal sería una buena señal pero se ha leído en clave negativa porque tras años sin apenas inflación y pleno empleo en Estados Unidos se teme una brusca subida de la inflación y de los tipos de interés.

-¿Hacia dónde nos lleva la robótica, señor Guillén?

-A grandes avances pero también, a problemas sociales porque los robots crearán puestos de trabajo pero van a destruir otros muchos.

-Tenemos a la vuelta de la esquina el Internet de las cosas para resolver muchos de nuestros problemas.

- Sí. Va a mejorar sin duda la calidad de vida de los ciudadanos con aplicaciones de automatización para fábricas y sistemas de transporte.

-Viajaremos en coches sin conductor y hasta evitaremos los accidentes.

-De momento solo veo automóviles eléctricos porque la tecnología aún no resuelve problemas de fiabilidad para asegurar que en cinco años viajaremos en coches sin conductor. Supongo que con ellos sí que habrá menos accidentes de tráfico de los que hay ahora.

-¿Cómo nos ayudará el Blockchain?

-Se decía que iba a permitir a muchas empresas reorganizar sus sistemas de información para ser más eficientes y eso es posible. Lo que no veo tan cerca es que vaya a eliminar como dicen algunos los mandos intermedios y los oficinistas.

-¿Dejarán el dólar y el euro de ser las monedas de referencia para dar paso al bitcoin o a otra moneda digital?

-Lo importante de las monedas digitales es que tengan la confianza de los usuarios y valores estables para evitar que como hasta ahora se empleen para especular. Supongo que en 10 años se tenderá a implantar una moneda digital pero, ¿quién la controlará? Estoy seguro de que si Facebook o Google sacasen al mercado una moneda digital la utilizaríamos.

-En el futuro podría haber una sola empresa, Google, por ejemplo, que nos lo hiciera todo. Sería un monopolio tan maravilloso como inquietante, ¿no?

-Es cierto que los monopolios abusan del consumidor pero las tecnologías han actualizado el concepto de monopolio al derribar barreras y favorecer la creación de nuevas empresas.

-¿Estamos actuando como luditas, atemorizados por las máquinas?

-Hay un poco de eso pero ocurre siempre en oleadas de cambios tecnológicos.

-¿Por qué no surgen en Europa grandes empresas tecnológicas como Google, Microsoft o Facebook?

--El mercado estadounidense es más propicio a estas empresas porque está más integrado aunque solo sea por compartir el idioma. En Europa hay además más cortapisas para la creación de empresas.

-¿Indica algo la aparición de Spotify en Suecia y de Skype en Estonia?

-Son casos aislados.

-¿Qué tenemos que hacer para poder contar algún día en España con algo parecido a Silicon Valley?

-España no tiene dimensión para tener su propia política tecnológica aunque podría impulsar una política coordinada con otros países europeos. No tenemos un ecosistema tecnológico apropiado para crear nuestro Silicon Valley.