N o sabemos cómo muere Miguel, el hermano comunista de Antonio Alcántara, pero sí que Juan Echanove muere de mala gana en "Cuéntame". Los principales seguidores de la vida de los Alcántara tienen 12 o 13 años, la misma edad que la serie. Los guionistas, muy de hoy, hacen lo que piden los niños, no como en los tiempos que dice contar "Cuéntame". Los chicos no quieren saber nada de gente que supere los 30 años, la adolescencia es una edad de desapego familiar y los guionistas han achatarrado al personaje de Echanove.

Todo ha cambiado tanto que lo que empezó como una serie de memoria nostálgica iniciada en el momento más alto del franquismo televisado (la victoria de Massiel en Eurovisión) los chavales de ahora la ven como una serie de ciencia-ficción que sucede en otro planeta con más derechos laborales, más prosperidad y menos crueldad. La realidad distópica ha convertido "Cuéntame" en una utopía retrofuturista. En el pasado la gente tenía futuro. Como la historia, "Cuéntame" trata del pasado pero se escribe desde el presente y eso ha matado a Miguel Alcántara, un excomunista convertido en nuevo rico, devaluado como personaje por una audiencia de debutantes que sólo quiere ver qué les pasa a los jóvenes de la serie (unos primos Alcántara mayores que fijan la atención de estos hijos únicos).

Por más que triunfe ese relato de que hemos de ser escritores de nuestro propio destino, otras personas son autoras de alguna parte de nuestra historia. Atendiendo a los espectadores jóvenes, los guionistas -los jefes de recursos ficticios- han despedido a un personaje amortizado. Se entiende el apego del actor, después de varios trienios cumplidos en ese ministerio de la ficción pública que es "Cuéntame" y que se rebele ante su muerte de ficción, porque, en general y a cualquier edad, siempre parece que queda algo por hacer.