U na persona muy querida me dijo que lo único bueno de que un personaje como Donald Trump fuera presidente de los EE UU era que todos los demás nos veríamos en la obligación de posicionarnos. Con alguien así en el poder, nadie puede permanecer indiferente. Eso es lo que hizo Meryl Streep (67) en los Globos de Oro, el pasado lunes. Nos emocionó con su discurso de agradecimiento por el premio Cecil B. DeMille, y protagonizó el momento de la noche por sus palabras rebosantes de sabiduría, y de crítica a Donald Trump.

En primer lugar, la actriz subrayó que muchos de los actores que forman la gran familia de Hollywood son extranjeros, y que reciben premios por representar a personajes extranjeros. En definitiva, que la industria del cine está formada, en su mayoría, por extranjeros.

"Al final se quedarán sólo con el fútbol y con las artes marciales, que en absoluto son las artes", -bromeó -. En segundo lugar y a colación del asunto de la mofa al periodista Serge Kovaleski (recordemos que Trump cambió su tono de voz y movió los brazos imitando al periodista que sufre un síndrome congénito), la actriz añadió que "si el presidente lo hace, da permiso a que otros lo hagan", y que "la falta de respeto invita a la falta de respeto, la violencia incita a la violencia".

Igual de poderosas fueron las palabras dedicadas a la libertad de prensa, fundamental y deseable en un país democrático. Tras salir a la luz el informe no contrastado sobre el chantaje de Rusia y sus vínculos con el Kremlin, el presidente electo dice sentirse atacado por la prensa como si estuvieran en la Alemania nazi.

La Streep zanjó su discurso citando a su amiga, la recién fallecida Carrie Fisher, Leia; "coge tu corazón roto y conviértelo en arte". Sus palabras no tardaron en generar miles de seguidores, y como no, también algunos detractores. El propio Donald Trump lanzó su personal dardo envenenado, a través de su cuenta twitter, y acusó a la protagonista de films tales como "Kramer contra Kramer" (1979), "La decisión de Sophie" (1982), "Memorias de África" (1985), "Los puentes de Madisson" (1995) o "La dama de hierro" (2011) de atacarle sin conocerle, de estar sobrevalorada, y de ser una lacaya de Hillary Clinton.

Robert De Niro mostró su apoyo incondicional a la actriz: "Lo que dijiste fue genial. Se necesitaba que alguien lo dijera, y tú lo dijiste de una manera muy bonita. Siento mucho respeto hacia ti, por el discurso que hiciste mientras el mundo estaba celebrando tus logros. Comparto tu indignación. Tú, con tu elegancia e inteligencia, eres esa potente voz que inspira a otros a hablar, y sus voces serán también escuchadas. Porque es importante que todos hablemos alto". En cambio Mel Gibson y Vince Vaughn, ambos conservadores y simpatizantes de Trump, no compartieron el entusiasmo de los allí presentes, y recibieron las palabras de la actriz con semblante serio.

Como podéis ver, lo que me dijo esa persona querida no ha hecho más que empezar. Seres como Trump obligan al resto a posicionarse.

En mi opinión, es una verdadera lástima que el futuro presidente de los EEUU no haya sido capaz de responder con inteligencia al hermoso discurso de una de las más brillantes estrellas de su país. Se hubiera metido a unos cuantos en el bolsillo.