Subyugado por Ana Karenina, solo le faltaba descubrir a la Luisa de Eça de Queiroz y a la alemana Effi Briest, de Theodore Fontane, para embarcarse en una pentalogía sobre el adulterio en las literaturas nacionales del siglo XIX, que completará con Madame Bovary y, como no, con la española Ana Ozores de "La Regenta". El invidente Alfonso Corominas, que en 2009 publicó "Viaje a la luz", el paseo de un ciego por Córdoba y Granada, edita ahora "Berlín, Effi Briest".

-Matemático, experto en sistemas informáticos y ¿escritor?

-Sí. Ahora es mi principal actividad. Le dedico cinco horas diarias: leo, escribo y me documento sobre el tema que trabajo.

-Es el segundo libro que publica e insiste en el género de viajes siendo ciego...

-Es que no es un libro de viajes escrito por un ciego. Es un libro de viajes a secas. Pero soy veraz, honesto y sincero con el lector, no me invento descripciones visuales, hago descripciones con lo que tengo, los otros sentidos.

-Ha dicho usted en una ocasión que "los ciegos perciben la belleza con más naturalidad que el resto"...

-Es verdad, los ciegos no somos tan de postal como se cree. Tenemos que meternos en la belleza con nuestras armas. Yo me documento antes para saber dónde voy a estar y conseguir la emoción cultural, que es tan importante. Percibo el aire, los sonidos, unos niños que juegan, el suelo que piso... Lo que no percibo es el fresco que tengo delante, para eso me tengo que documentar.

-Es más que un libro de viaje: tiene algo de diario, de ensayo y aspira a ser novela.

-No es una novela al uso. La novela es hoy un género abierto y cada cual escribe como quiere. Mientras que haya algo que se parezca a la ficción o a la narración y queramos mantener la atención del lector, es una novela. Ésta tiene tres aspectos: el del viaje, una especie de ensayo literario y el intento de unir el momento de la ciudad que visito con la novela de la que hablo, que es la parte histórica del libro.

-Effi Briest es toda una desconocida en España.

-Sospecho que lo mismo ocurre con La Regenta en Alemania. Clarín es en España nada menos que Clarín y La Regenta es la novela más valorada después del Quijote. Theodor Fontane, tiene la desgracia, o la suerte, de haber nacido entre Goethe y Thomas Mann. Pero su libro de Effi Briest se estudia en los colegios de Alemania. Mann decía que era uno de los seis libros que salvaría de su biblioteca.

-¿España da a La Regenta la importancia que Francia a Madame Bovary o los alemanes a Effi ?

-En España se da importancia a La Regenta pero no hay que olvidar que en 1937 fusilaron al hijo de Clarín, rector de la Universidad de Oviedo, por republicano y amigo de Azaña, pero realmente fue porque la burguesía ovetense no había perdonado La Regenta, un libro que ha sido perseguido por el franquismo.

-¿Ha cambiado mucho la percepción de la adúltera?

-La de la mujer no ha cambiado mucho, pero sí la del adulterio, sobre todo a partir de la liberación sexual femenina de los años sesenta.

-Quizá haya cambiado más en el plano social que en el privado.

-Yo viví en Oviedo en los años cincuenta, en pleno nacionalcatolicismo, rodeado de hermanas que tuvieron casi las mismas limitaciones, inhibiciones e impedimentos que la Regenta en el siglo XIX. No creo que la España de los cincuenta, sesenta y setenta del pasado siglo fuese más avanzada que la de Clarín. El cambio es más aparente que real.

- "Ellas nunca me hubieran querido". ¿Por qué dice usted eso?

-Con mi aspecto de hombre apacible, gordito y bondadoso no doy el tipo de personaje misterioso y seductor. El amante tiene mucho de desgarrador y de inventado. Me habrían tenido como amigo pero no como amante.

-Se dispone a hacer una pentalogía con "sus santas adúlteras". Después de Effi Briest vendrán la Regenta, Ana Karenina y Luisa y Eça de Queiroz de "El primo Basilio".

-Esa es una novela terrible, dura, dura. Yo quería leer "Los crímenes del padre Amaro", también de Eça, pero como no la había en la biblioteca sonora de la ONCE, leí "El primo Basilio". Por ahí empezó todo el lío de esta pentalogía.

-Se queja de las lagunas de la biblioteca de la ONCE.

-No. Una biblioteca con 60.000 obras es una maravilla, lo que pasa es que a veces no está el libro que buscas. A los 20 años, cuando me quedé ciego, lo que más me desesperaba era no poder leer, hasta que descubrí la biblioteca de la ONCE, que me ha permitido ser culto. Ahora, me parece un bien cultural impresionante que debe ser administrado con criterios un poco más finos y no con la arbitrariedad de quienes la dirigen.

-¿Cuál de sus adúlteras le gusta más?

-Ana Karenina es absolutamente arrolladora. Me parece un personaje femenino increíble, al menos para los hombres. Es tremenda. Bovary es mala persona y, en el fondo, un poco Quijote, trastornada por las lecturas. Pero es una visión terrible porque estos escritores no son nada feministas. Cuando Cervantes ve a un hombre loco lo hace caballero andante, mientras que Flaubert a una mujer que se desequilibra con las novelas del romanticismo la convierte en una desesperada que va detrás de los hombres.

-¿Las adúlteras le han hecho más feminista?

-Más mujerista, más mujerista. Las feministas son las mujeres.