Es poesía, pero en imágenes: una pajarita con brida, una cremallera de granos de arroz, un as de espadas cortando una baraja o un mapamundi transformado en un pañuelo de usar y tirar. García de Marina (Gijón, 1975) se dedica desde hace cuatro años a contar historias a través de la fotografía. Imprime a los objetos nuevas identidades y repara en la grandeza de lo cotidiano. Su meta, dice, es "emocionar porque es la forma de recordar". Para ello, el artista busca la inspiración en la observación. "Me fijo mucho en los objetos que tocamos todos los días. Leonardo da Vinci decía que hay que descomponer las partes para poder entender las ideas", afirma. Y eso es lo que él hace día tras día.

Su originalidad y creatividad no pasa ni mucho menos desapercibida. El artista ha realizado exposiciones por todo el mundo y ahora su obra sorprende en Argentina. El Festival de la Luz expone hasta el 21 de septiembre algunas de sus creaciones más rompedoras. En total son 21, tres de ellas inéditas. Se tratan de un candado con la moneda de 25 pesetas encerrada en su interior, una bala como cigarro apoyado sobre un cenicero y un pequeño maniquí de madera tocando un violín en forma de clave de Sol. Todas sus obras están conectadas a la actualidad a la vez que a lo rutinario.

Su sistema de trabajo se resume, según explica, en cuatro frases: "Visualizar la idea, reunir los materiales adecuados para construirla, elaborarla y por último capturar la instantánea". El artista no realiza ninguna manipulación en las imágenes, sino que transforma los objetos creando escenarios y busca la mejor perspectiva para inmortalizarlos con su cámara. Su mirada reivindica casi otra realidad.

García De Marina cuenta que comenzó a desarrollar su "discurso" casi por casualidad: "Le hice una fotografía a mi sobrina en la que se veía la Universidad Laboral de Gijón reflejada en sus pupilas". Era 2012 y su primer contacto con la poesía visual. A partir de ese momento fue madurando su estilo personal, llegando incluso a publicar un libro: "Nimius". "Al principio buscaba llamar la atención, mientras que mis últimos trabajos van más hacia el surrealismo y el hecho de contar una historia mediante un relato fotográfico".

El artista gijonés reconoce que su trabajo a veces puede acabar en obsesión. "En la fotografía de la cremallera y el arroz seleccioné cada grano. Abrí un paquete de arroz y los separé por tamaños", detalla. Su taller es su casa. Frente a un gran ventanal y la ayuda inestimable de su mujer Mara desarrolla todos sus proyectos. Sus amigos también juegan un papel importante en el desarrollo de la obra. Aunque el fotógrafo siente "mariposas en el estómago" cuando aparece la inspiración, en ocasiones no puede plasmarla hasta meses más tarde cuando reúne los materiales adecuados. Gracias a su círculo de confianza, De Marina puede comprobar que su instinto para detectar buenas ideas no le falla. No obstante, el artista reconoce que el público es soberano y "nunca sabe las reacciones que puede tener".

En la actualidad, su relevancia profesional le permite apoyar causas benéficas. De Marina diseñó el cartel solidario "Arte por Agua", un evento cuyo objetivo es mejorar la calidad de vida de la comunidad de Cuyamel en Honduras. Para la ocasión, el fotógrafo español retrató una bola del mundo transformada en una botella de plástico con tapón. Así es su poesía: directa, sencilla y, sobre todo, visual.