El departamento de Manuscritos, Incunables y Raros alberga aquellos libros a los que se atribuye "una especial significación cultural, un elevado valor intelectual o estético", según explica Javier de Diego Romero, del Servicio de Reserva Impresa de la Biblioteca Nacional.

Entre ellos destacan las primeras ediciones, objeto de "particular aprecio, incluso cuando el papel o la impresión son deficientes o están llenas de erratas", ya que en ellas se vive, dice de Diego, "la experiencia del hechizo: en ella vio el autor, si vivía, su obra impresa por vez primera, y ella fue la que tuvieron en las manos sus primeros lectores".

De entre las primeras ediciones de Lorca que alberga la Biblioteca Nacional, además de ese primer libro, "un ejemplar que, afortunadamente, conserva la cubierta en rústica original", dice este, la de "Oda a Walt Whitman", aparecida en México en 1933, siete años antes de su inclusión en "Poeta en Nueva York".

En la BNE existe también un ejemplar de la edición de 1933 del "Romancero gitano" con una dedicatoria del autor granadino al también poeta de la Generación del 27 Adriano del Valle. Entre estos ejemplares "raros" de García Lorca, hay uno de "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" ilustrado por el pintor onubense José Caballero, que sacó a la luz Ediciones del Árbol en 1935, y que incluye, entre otros apéndices, dedicatorias, cartas y postales, en parte sobre la elegía y el proyecto editorial, de Lorca y Caballero al propio Del Valle, a quien perteneció el libro hasta su ingreso en la Biblioteca en 1965. Otra edición de "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías" es una de las calificadas por de Diego como de bibliofilia, "aquella que convierte el libro en obra de arte", y que fue realizada en 1961 en Buenos Aires con grabados en madera, de Luis Seoane. Y también, explica el experto, la BNE tiene traducciones tempranas de la obra de Lorca, como la inglesa de "Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (Lament for the death of a bullfighter)", editada en 1937, o la alemana del "Romancero gitano (Zigeunerromanzen)", en 1938.

Otra obra que incluye este experto es la primera edición de "El tabernáculo", del poeta argentino Ricardo E. Molinari, nexo entre la generación del 27 española y la del 22 de su país, que Lorca aderezó con cinco dibujos.

Por otro lado, decenas de personas se acercaron ayer al Hotel Castelar de Buenos Aires, donde Federico García Lorca se hospedó durante seis meses en 1933, para rendir homenaje al escritor con la lectura de algunos de sus poemas en el 80 aniversario de su muerte.

En un acto organizado por el propio hotel y el círculo Podemos de Buenos Aires, los asistentes leyeron en voz alta y acompañaron con instrumentos los poemas del artista granadino, tras participar en una visita guiada por la habitación 704 del hotel, en la que Lorca se hospedó. Luego, acompañados de una banda de gaitas gallegas, los participantes salieron a la calle para repartir folletos con poesías del también dramaturgo, que fue fusilado en 1936 por las tropas franquistas en su Granada natal.

"Lorca representó un movimiento de vanguardia cultural en Buenos Aires. Vino y aportó esa hermandad, ese ida y vuelta cultural entre Argentina y España", explicó a Efe Soledad Palomino, portavoz del círculo Podemos de Buenos Aires.