¿Por qué las serpientes tienen un tronco tan largo y lleno de órganos? Esta pregunta lleva merodeando los laboratorios científicos de todo el mundo desde hace años. "Había bastante interés empírico en conocer el por qué y esta es la primera vez que se da una respuesta tangible", explica el investigador gallego Moisés Mallo. El responsable, según ha descubierto este doctor en Bioquímica y líder de un grupo especializado en embriología del Instituto Gulbenkian de Lisboa, es el gen Oct4 -el encargado de formar el tronco en todos los vertebrados- que trabaja durante mucho más tiempo en el proceso de creación de una serpiente desde que es un embrión.

El proceso de formación de los vertebrados es siempre el mismo pese a que el resultado sea diferente según el animal debido al tiempo que se tarda en cada una de las partes. Desde la fase de embrión todos se hacen de forma progresiva: primero se forman la cabeza y el cuello, después el tronco y finalmente la cola (que en los humanos no pasa de la fase embrionaria). Lo que diferencia a las culebras del resto de vertebrados es que tiene cabeza y un tronco, que configura el resto de su cuerpo, lleno de órganos. Mallo ha identificado al gen que define cómo se hace el tronco.

Toda investigación científica necesita una base experimental, por eso el científico gallego se vio obligado a trabajar con ratones desde el principio ya que no se puede experimentar genéticamente con las serpientes. "Necesitaba probar qué pasaba al manipular los distintos genes en los ratones para después observar cómo funcionaban esos mismos genes en la creación de las culebras", cuenta. Mallo lleva veinticinco años estudiando cómo se forma el cuerpo de un vertebrado en laboratorios del extranjero, pasó por Estados Unidos, Alemania y Finlandia hasta radicarse en Portugal.

"Cogimos a embriones de ratones de laboratorio y mantuvimos encendido el gen Oct4 durante más tiempo del habitual para la creación de este vertebrado. Lo que conseguimos es un ratón con el tronco mucho más largo. Entonces, lo comprobamos observando embriones de serpiente", apunta Mallo, quien lleva seis años trabajando en esta investigación.

"Todas nuestras células tienen los mismos genes pero hay algunas en las que están encendidos y en otras están apagados. Lo que provoca que este Oct4 esté encendido o apagado es lo mismo que hace que el tronco de un ratón o el nuestro sea más pequeño que el de una serpiente. Nosotros observamos que, por algún motivo, durante su evolución, los interruptores que hacen que el gen Oct4 de la serpiente esté encendido funcionan durante mucho más tiempo que los de los mamíferos", resume.

Mallo explica que los embriones de serpiente tienen forma como de sacacorchos, esto se debe a que es el tronco que se está desarrollando. Tiene esa forma para que el tronco quepa dentro del huevo.

Este descubrimiento abre la puerta a mejorar la producción de células de médula espinal en humanos y mejorar los transplantes en el futuro. Y es que en el proceso en el que se genera el tronco de los vertebrados también se forman los órganos y el esqueleto, dentro del cual se encuentra la médula espinal. "Ahora tenemos que aprender de lo que la naturaleza se encargó de hacer durante la evolución para hacer trucos en el laboratorio con la intención de ayudar a formar células que conforman la médula espinal", dice Mallo.

Existen métodos que, en cultivo en laboratorio, permiten hacer progenitores de células de médula espinal utilizando células troncales -a partir de ellas se puede hacer cualquier tipo de tejido-. "Podemos usar este conocimiento para expandir más y mejorar la producción de estas células que pueden ser eventualmente trasplantadas en casos de lesiones medulares", añade. Mallo asegura que tienen indicios de que estas células que crearían pueden "mejorar el rendimiento" cuando son trasplantadas.