Científicos del Southwest Research Institute han mostrado su perplejidad por la ausencia de grandes cráteres en el planeta enano Ceres, como si algún fenómeno los hubiera borrado.

Ceres es el objeto más grande en el tumultuoso cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter. Los modelos predijeron que la colisión de Ceres debería haber acumulado hasta entre 10 y 15 cráteres de más de 400 kilómetros (250 millas) de ancho y al menos 40 cráteres de más de 100 kilómetros (62 millas) de ancho, pero la nave espacial Dawn de la NASA encontró sólo 16 cráteres de más de 100 kilómetros y ninguno más grande de 280 kilómetros (175 millas) de diámetro.

El tamaño y la distribución de los cráteres ofrecen a los científicos planetarios importantes pistas sobre la edad, la formación y la historia geológica de los planetas y asteroides. Se cree que Ceres se originó hace alrededor de 4.500 millones de años en los albores de nuestro sistema solar y que creció en tamaño a través de una historia de colisiones con acreción de cuerpos más pequeños.

Algunos de sus hermanos mayores se incorporaron posteriormente en objetos más grandes, como los planetas. Hoy en día, Ceres y el cinturón principal de asteroides permanecen como las sobras del proceso de construcción del planeta.

Aunque Ceres soportó la fase más violenta propensa a colisión del pasado del sistema solar, las imágenes de su superficie tomadas por la nave espacial Dawn mostraron un montón de pequeños cráteres por impacto, pero el mayor cráter bien definido tiene sólo alrededor de 280 kilómetros de diámetro. Esto desafió a la mayoría de los modelos sobre el tamaño y la distribución de los cráteres y está en contradicción con lo que se conoce de los asteroides previamente fotografiados.

Por ejemplo, las imágenes de Dawn del asteroide Vesta, de sólo alrededor de la mitad del tamaño de Ceres, revelaron enormes cráteres, entre ellos uno de 500 kilómetros (300 millas) de diámetro, cubriendo casi todo un lado de ese asteroide.

Posibles cuencas escondidas

Una mirada más cercana a la topografía de Ceres reveló que hasta tres cuencas más o menos circulares y poco profundas de unos 800 kilómetros (500 millas) de ancho pueden permanecer escondidas debajo de una superficie posteriormente marcada con pequeños cráteres.

"Estas depresiones --o llanuras-- pueden ser reliquias de las cuencas del impacto, remanentes de grandes choques que tuvieron lugar a principios de la historia de Ceres", resalta el investigador del estudio, el doctor Simone Marchi, científico en la División de Ingeniería y Ciencia de SwRI.

"Esto implica que los enormes cráteres que se habían predicho pueden, de hecho, haber marcado una vez la superficie de Ceres. Es como si Ceres curara sus propias cicatrices del gran impacto y regenerara nuevas superficies, una y otra vez", pone como ejemplo.

Los científicos creen que los grandes cráteres desaparecidos de Ceres pueden haber sido borrados con el tiempo a medida que una capa rica en hielo del subsuelo profundo o bajo material viscoso hizo que los bordes de los cráteres y las cuencas se suavizaran o que fluyera a la superficie criolava. Sin embargo, este proceso puede no haber funcionado de forma tan eficiente para impactos mayores con características más profundas.

"Independientemente del mecanismo específico para la eliminación del cráter, nuestro resultado requiere que la gran erradicación del cráter estuvo activa mucho después de la época de intenso bombardeo tardío, hace más o menos unos 4.000 millones año. Esta conclusión revela que el registro de cráteres de Ceres está de manera inextricable ligado a su peculiar composición y evolución interna", subraya Marchi, autor principal de un artículo sobre la investigación que se publica este martes en 'Nature Communications'.