La historia de 'Shakira' es una de esas pequeñas historias, pequeñas porque son de perros, que en este mundo de rapiña devuelve la fe en el ser humano. Rescatada de un criadero donde el lucro de las razas la abocó desde nacimiento al descarte, ciega y sorda, el cariño de su familia de acogida ha salvado de nuevo su vida. La perra había metido la cabeza entre las rejas de una ventana y no podía sacarla.

Policía Local, Bomberos y voluntarios del Proyecto CES de Torrevieja, localidad de Alicante, se movilizaron ayer para salvar de la asfixia casi segura a una perra que quedó atrapada, sobre las 11 de la mañana, entre las rejas de una vivienda de la Avenida de la Mancha en Torrevieja. El animal, una hembra con aspecto de gran danés de nombre 'Shakira', había metido su cabeza por los barrotes y ya no fue capaz de sacarla. Le puede pasar a cualquiera, pensarán algunos.

Pero 'Shakira' es especial. Albina, nació ciega y con una sordera que limita su vida pero no el cariño que puede dar. Alertada por los vecinos de la situación del animal su dueña de acogida -el animal está en espera de adopción-, intentó sacarla del apuro con remedios caseros y con la ayuda de dos voluntarios de Proyecto CES, que en Torrevieja se centra en la adopción de gatos.

Pero ni vaselina en los barrotes, ni hacer palanca para ensancharlos sirvió de nada. Al contrario, la situación empeoraba. Los animales suelen hacen fuerza para liberarse, pero solo consiguen autolesionarse y que las zonas en fricción se hinchen complicando más la escapada, llegando incluso a la asfixia cuando su desesperación aumenta.

Fue la patrulla de la Policía Local la que con buen criterio terminó por avisar a los bomberos. Lo que se necesitaba era un equipo de excarcelación. Ajena a su situación al límite, tranquila en su mundo de silencios, 'Shakira', rescatada en su día de un criadero ilegal, dejó hacer con la confianza que le daba el único lenguaje que comprende, el de las caricias. Y así, con las herramientas adecuadas y en 10 minutos, la perra fue liberada de los barrotes mientras su dueña continuaba acariciando su cabeza entre las rejas.