Marsella ya espera a Juan Reguera Vidaechea (Segovia, 1976), primer español que es distinguido con el premio de la Fundación Bettencourt Schueller. Este virólogo segoviano tiene previsto completar en junio su traslado a la ciudad portuaria francesa, donde instalará un laboratorio en el que espera poder llevar a cabo "cosas que nadie ha hecho y que no se sabe si se pueden hacer", tal y como subraya en declaraciones a Ical.

Está "muy feliz, muy contento". Asegura que no creía que iba a ser elegido por la fundación de la hija del creador de L'Oréal -según Forbes, la mujer más rica del mundo con una fortuna de 40.100 millones de dólares-, que le ha concedido 300.000 euros para que desarrolle una investigación en Francia. "No me lo esperaba porque yo no me postulé. Te proponen terceros y yo no conocía a esos terceros", explica. Pero la noticia le ha supuesto una gran alegría porque -según cuenta- "no es algo a lo que estés acostumbrado".

"Nos suelen dar dinero las administraciones públicas, pero que te lo dé una institución privada es genial", resume a través del teléfono mientras prepara su mudanza a Marsella desde otra ciudad francesa, Grenoble, en la que vive y trabaja desde que en 2009 se incorporó al Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL).

"Es que allí hay un acelerador de electrones, que es una herramienta básica para nosotros. Ahora hay uno también en Barcelona, pero entonces España no tenía ninguno", expone este doctor en Biología Molecular que cursó estudios de Bioquímica en la Universidad Autónoma de Madrid. La decisión de dejar España no fue fácil, pero cree que acertó: "Lo viví con ilusión. Me iba para dos años y es una decisión que te cuesta tomar, pero no me arrepiento".

Hace unos meses tuvo la oportunidad de regresar con un contrato Ramón y Cajal, pero casi paralelamente fue incluido en el programa francés para científicos ATIP-AVENIR y decidió que la vuelta a casa tenía que posponerse. "En España iba a tener que esperar un año para que me dieran el apoyo económico que necesito. Si es que al final me lo daban? Me gustaría volver, pero necesitaría dinero para investigar", tercia.

Por ello su sitio seguirá estando por el momento al otro lado de los Pirineos. Para percibir la ayuda que le ha concedido la Fundación Bettencourt Schueller está obligado a crear su laboratorio en territorio francés. Sin embargo, aspira a acceder a nuevos apoyos, en este caso procedentes de la Unión Europea, que ya sí que le dejarían vía libre para llevarse sus investigaciones a otro país. Quién sabe si a España. "Quizás a largo plazo, pero dependerá de las oportunidades", zanja.

Su estudio trata sobre el virus del "chikunguya" -una enfermedad vírica transmitida al ser humano por mosquitos y descubierta en un brote en el sur de Tanzania en 1952- que cree que permitirá desarrollar nuevas técnicas para testar medicamentos y "lo que es más importante e innovador", subraya, "llevar a una nueva dimensión la maquinaria de replicación del virus". Para realizarlo con éxito va a contar ya con la colaboración de una científica inglesa y antes de que finalice el año se añadirán otras tres personas. "Y de ahí para arriba", destaca, al mismo tiempo que reflexiona sobre la actual situación de la investigación: "No tiene sentido tener una plaza y un salario mensual por no hacer nada. Para investigar hace falta dinero".

Por ello aplaude el modelo británico, donde asegura que no es extraño que te concedan para trabajar durante cinco años 1,5 millones de libras, "que es muchísimo dinero". Por contra se encuentra la situación española, que "desde 2011-2012 ha sido apocalíptica", según este virólogo segoviano. "Nunca había visto nada igual. Ahora parece que hay algo de movimiento, quizás porque se han celebrado elecciones, pero está lejos de lo óptimo", analiza. En su opinión, el camino a seguir debería ser "hacer una buena gestión de la ciencia y de sus recursos" y "poner dinero para que haya programas".

Respecto al caso concreto de Castilla y León, reconoce que hay centros de investigación, "ligados sobre todo a las universidades", pero en su opinión "se tienen que poner las pilas para reclutar jóvenes y faltan mecanismos que sí que hay en el País Vasco y en Cataluña". "Quizás Castilla y León debería apostar por ciertas líneas, como a lo mejor la biosanitaria".