Las «dreadlocks», rastas en el mundo hispano, pueden ser elegantes y delicadas como el moño italiano más sofisticado, sobre todo si las lucen modelos vestidas de Chanel. El peinado de los seguidores del movimiento rastafari es uno de esos escasos ejemplos de tendencia que de la calle pasa a la pasarela, y no al revés, que es lo que suele ocurrir en el mundo de la moda.

Todo empezó en el desfile de la temporada de otoño-invierno de 2014-2015, cuando Karl Lagerfeld, director artístico de la maison Chanel, se decantó por peinar a las modelos con las rastas, básicamente mechones de cabello enrollado alrededor de hilos de lana.

Así que ahora que hasta algunos políticos critican el supuesto desaliño del peinado identificado con movimientos antisistema, grandes de la moda demuestran que es posible lucir rastas con el máximo refinamiento, sin parecer desarreglados e, incluso, dando lecciones de estilo.

Los tubos de pelo enredado pueden formarse al dejar crecer el pelo de forma natural y sin usar peines ni tijeras durante mucho tiempo. Para los rastas, los «dreads» representan la melena del león, símbolo de pureza, de no violencia, de lucha y rebeldía contra el sistema.

Conseguir unas rastas Chanel no es tan difícil. Se empieza haciendo la raya al medio y recogiendo el cabello en la mitad de la cabeza con una goma elástica ancha. Cuando el pelo ya está sujeto se enrollan algunas rastas en varios mechones y también alrededor de la tela. La melena adquiere volumen cardando algunos mechones. El peinado tiene un toque elegante y rebelde. También pueden recogerse las rastas más pequeñas en la parte superior de la cabeza, con horquillas, para que den volumen al ­peinado y cierta elegancia. Las «dreads» además se adaptan a peinados clásicos.

Creencias religiosas y filosofía anudadas al cabello.

Fue en los años veinte del siglo pasado cuando los rastas exteriorizaron mediante el peinado creencias religiosas y políticas. El origen de las «dreadlocks» es milenario, y ya fueron adoptadas por griegos e indígenas. En su origen eran un símbolo de distinción, de poder místico, una relación espiritual. Para Lagerfeld representan el glamour más actual de la calle, que pasa de las estaciones de metro a las pasarelas. A medida que las rastas crecen el pelo que normalmente se cae queda atrapado en ellas, por eso se recogen. La gracia la pone cada uno.