En una helada mansión, anclada en medio de la nada, dos amantes viven los últimos instantes de su pasión, antes de que la historia los alcance. Los lobos y los cosacos acechan en el exterior, pero dentro de la casa no hay miedo, ni lamentos, ni reproches. Sólo amor y, por las noches, mientras ella duerme, algunos versos que el hombre vierte en unos folios rescatados del olvido.

La escena, de sobra conocida, dibuja uno de los momentos más hermosos de una de las películas más bellas y, también, más exitosas de la historia del cine: Doctor Zhivago, la versión cinematográfica de la novela homónima de Boris Pasternak dirigida por el excelso David Lean. Un filme rodado en España, y que se estrenó hace ahora 50 años.

Carlo Ponti, el avezado productor italiano que lanzó la carrera y conquistó el corazón de Sofía Loren, había adquirido los derechos cinematográficos del libro de Pasternak en 1960. Para hacer la película, no obstante, Ponti precisaba de más medios de los que podía disponer, por lo que en 1963 se alió con la Metro Goldwyn Mayer, cuyo director, Robert O'Brien, coincidía además con Ponti en quién era el cineasta adecuado para trasladar la novela a imágenes: David Lean, responsable de la memorable Lawrence de Arabia.

El cineasta accedió a dirigir el filme, aunque sólo a cambio de tener un control casi absoluto durante el rodaje y de contar como guionista con Robert Bolt. Para la primavera de 1964, Bolt y Lean tenían un guión, y comenzaron unas intensas labores de casting.

Según relata Tomás Fernández Valentí, autor de una monografía sobre Lean, para el personaje protagonista se barajaron los nombres de Peter O'Toole, Burt Lancaster, Paul Newman e incluso Max Von Sydow, antes de que Omar Sharif se llevase el papel.

En cuanto a Lara, la amante de Zhivago, fue también una elección difícil, ya que Ponti quería dar el papel a Sofía Loren. Lean se opuso firmemente, y comenzó un baile de aspirantes: Jeanne Moreau, Yvette Mimieux, Jane Fonda... Finalmente, uno de los responsables del casting, Roy Rossotti, propuso a una joven actriz británica que cautivó a Lean: Julie Christie. Con la pareja protagonista elegida, completar el reparto fue menos complicado.

Para rodar el grueso de la película, Lean y su equipo se decantaron por España, convencidos de obtener un doble ahorro: por un lado, porque los costes eran muy inferiores a los de Estados Unidos u otras partes de Europa; por otro, porque el crudo invierno castellano facilitaría la recreación de los territorios rusos.

El rodaje comenzó en el verano de 1964.