Papá Noel se paseó ayer sin abrigo y sin su tradicional gorro de Navidad por las calles de Nueva York. La Nochebuena de 2015 en la ciudad de los rascacielos pasará a la historia por ser la más calurosa en veinte años, con temperaturas más propias del otoño que del invierno. Los termómetros alcanzaron en la recta final de diciembre los 24 grados centígrados y el mercurio marcó ayer mismo los 20. Este atípico "veranillo" ha congelado al comercio neoyorquino, acostumbrado a sacar buena tajada económica de estas fiestas. La ola de calor ha borrado la clásica postal navideña de la Gran Manzana y ha retrasado las compras hasta última hora del jueves.

En Nueva York, nunca se había visto nada igual. La última vez que hizo una Navidad tan cálida fue hace casi dos décadas, en 1996. Entonces, la temperatura máxima que registró el termómetro fue de 17 grados.

El bochorno actual contrasta con el invierno pasado, uno de los más duros de los últimos tiempos, con constantes nevadas y temperaturas bajo cero durante la mayor parte de los días. Sin embargo, este año, en vez de nieve, hay sol, lo que anima a dejar las ventanas de las casas abiertas de par en par o pasearse por las céntricas calles de la ciudad en pantalón corto. La misma estampa deja la tradicional pista de patinaje de Bryant Park, por la que estos días pasan más camisetas de manga corta que abrigos.

Pero el calor no sólo castiga a los comercios, sino también a los restaurantes de comida asiática, los únicos abiertos en esta época del año. Mientras que en 2014, los repartidores no dejaban ni un minuto su moto aparcada, estas Navidad tuvieron tiempo para aburrirse. Los neoyorquinos pasaron de los tradicionales banquetes y optaron por comer platos menos elaborados y refrescantes. Con todo, ayer Santa Claus debió de coger una buena sudada tras completar su particular maratón de regalos.