La alta política ya no es cosa de hombres. Así lo refrenda el protagonismo de las esposas y compañeras de algunos de los mandatarios más poderosos del planeta, que ya no se conforman con presidir fundaciones benéficas y acompañar a sus maridos a los viajes de Estado. Ellas pisan fuerte, y así lo atestiguan las aspiraciones de Hillary Clinton a llegar a presidir los Estados Unidos, como hizo su marido, Bill, durante ocho años.

Para prepararse a fondo, la abogada de Arkansas ha tenido un entrenamiento privilegiado como senadora por Nueva York, primero, y como secretaria de Estado (ministra de Asuntos Exteriores), en la primera legislatura de Obama. En realidad, siempre se ha calificado a Hillary de mandataria en la sombra, y no precisamente de modo peyorativo. Ella, con un brillantísimo currículum académico y profesional, fue el gran apoyo de su cónyuge para ser elegido gobernador de Arkansas por el Partido Demócrata y de ahí dar el salto a Washington. A los Clinton les gusta el poder, quizá porque llevan décadas instalados en él. Y esa baza, que la candidata a la nominación demócrata esgrime como ventaja, es también el gran obstáculo que la separa de parte de los electores, que opinan que la familia ya disfruta de demasiados privilegios.

La intención de voto a Hillary ronda el 37%, sólo seis puntos por debajo de los resultados que su marido obtuvo en el momento de su elección.

Perfil distinto es el de Peristera Batziana, "Betty" para los íntimos, compañera del ex primer ministro de la República Helénica, Alexis Tsipras. A la ingeniera informática graduada y doctorada por la Universidad de Patras, poco interesada en acaparar el interés de los medios, se le atribuye una decisiva influencia en la vocación política de Alexis, desde los tiempos de la Universidad.

La pareja ha sido la primera de la historia griega en llegar a la residencia oficial sin estar casada. Betty ha sido durante treinta años compañera fiel del político griego, al que conoció en las aulas del Instituto Ampeloki, en el que pedían "el derecho de decidir por sí mismos si saltarse o no clase". A comienzos de los años noventa, Batziana convenció a su amado para que se uniese con ella a las Juventudes Comunistas de Grecia. De hecho, tiene fama de ser aún más extremista en sus puntos de vista. Y para primeras damas glamurosas e intelectuales, nadie como la ítalo-francesa Carla Bruni, esposa del expresidente francés Nicolás Sarkozy. Los que ponían fecha de caducidad al matrimonio se equivocaron. Carla, exmodelo y cantante, procedente de una familia aristocrática del norte de Europa, se implica en cuestiones políticas y apoya las nuevas aspiraciones de Sarko, empeñado en llegar de nuevo al Palacio del Elíseo.