Algunas incógnitas rodean la muerte de Laura del Hoyo y Marina Okarynska, las dos jóvenes de Cuenca a las que supuestamente quitó la vida Sergio Morate. Pero, ¿lo hizo solo?, ¿contó con algún apoyo?, ¿dónde las mató?... Son algunas piezas que todavía tiene que encajar la Policía para completar el puzzle.

El hecho de que el principal sospechoso haya sido detenido en Rumanía está retrasando la investigación policial en España y, por tanto, el momento de culminar el rompecabezas de un doble crimen que ha puesto la guinda negra a un verano especialmente trágico.

Nadie duda de que se trata de un caso de violencia machista. Sergio Morate quería acabar con la vida de su exnovia Marina, de 26 años, con quien había quedado el 6 de agosto para que recogiera las cosas que aún tenía en su casa.

Morate, según las hipótesis de los investigadores, lo tenía todo previsto y, de hecho, compró cal una semana antes y cavó un pequeño pozo en el nacimiento del río Huécar, en una zona próxima a la localidad conquense de Palomera.

Pero sus previsiones le fallaron. Marina, su exnovia, acudió a la casa acompañada de Laura. No lo hizo una tercera joven, que en un principio pensaba acompañarlas.

Las conversaciones de Whatsapp entre ellas y analizadas por los investigadores revelan cómo quedaron Laura y Marina el mismo día en que se denunció la desaparición, el día 6. El último mensaje de una de ellas decía: "Bajo".

Es aquí dónde aparece la primera incógnita. ¿Las mató en la propia casa? La autopsia revela que ambas murieron por asfixia y que no hubo agresión sexual.

¿Cómo las asfixió? ¿Las golpeó primero? -una de ellas presentaba señales de golpes en la cara-. Dado el secreto del sumario decretado por la autoridad judicial, oficialmente no se ha podido dar respuesta a este interrogante.

Todo parece indicar que el supuesto asesino había previsto cómo deshacerse del cadáver de su exnovia. Pero tuvo que matar también a su amiga y esconder rápidamente los cuerpos. El agujero que había cavado en el nacimiento del Huécar sólo estaba preparado para Marina.

Y como no pudo enterrarlas a las dos en ese hoyo, gran parte de uno de los cuerpos quedó prácticamente a la vista, lo que permitió que fueran descubiertos, una semana después, por un ciclista que se encontraba en la zona.

Otra incógnita es cómo llevó los cuerpos hasta el nacimiento del río y si contó con ayuda. A la segunda pregunta, fuentes de la investigación no dudan en señalar a Efe que Morate lo hizo solo, como también él solo acabó con la vida de las jóvenes.

La inspección del coche usado por Morate para desplazarse a Rumanía -un Seat Ibiza verde- será clave en la investigación, toda vez que en él pueden encontrarse restos de sangre o cualquier otro vestigio que pueda ser analizado y cotejado con el ADN de las chicas.

Una inspección que, de dar positivo a esas hipótesis, sería finalmente una prueba determinante para incriminar al principal sospechoso.

Sergio Morate no tardó en emprender su huida de España con el Seat Ibiza y lo hizo por un itinerario un poco extraño, quizá para despistar: desde Cuenca fue a Valladolid, después a Soria y desde allí a Zaragoza y Barcelona para salir de España por el puesto fronterizo de Port Bou (Girona).

Algunas cámaras pudieron captar el coche y, por ello, en un primer momento los investigadores llegaron a pensar que se encontraba en Francia. Pero le perdieron el rastro. Entonces, sospecharon que podía estar en Italia.

Durante su recorrido, que según las fuentes realizó solo, no utilizó ni su teléfono móvil ni tarjetas de crédito para no dejar rastro. Pero su mayor error fue encenderlo ya fuera de España, quizá convencido de que ya en territorio extranjero no podía ser detectado por la Policía.

Al parecer, usó el móvil en Austria para comunicarse con su amigo rumano Istvan Horvath, a quien había conocido en la cárcel y a quien dijo que se había perdido. Éste fue a buscarle hasta Hungría y desde allí ya juntos llegaron a la localidad rumana de Lugoj, en la región de Timisoara, donde Morate fue finalmente detenido.

Parece evidente la ayuda de Horvath, al que se le acusa de encubridor.

Las fuentes consultadas creen que es fundamental que Morate llegue a España para despejar las incógnitas del caso. Una reconstrucción de los hechos con el propio acusado es crucial, subrayan.

Pero no parece que la entrega sea inmediata. Por lo pronto, el lunes hay prevista una vista donde el fiscal pedirá que se prorrogue otros 15 días la prisión cautelar de Morate para que la extradición siga su curso.

Si en esa vista el juez decide la extradición, Morate tiene cinco días para recurrir. Todo indica que el proceso no va a ser tan rápido como sería deseable para los investigadores.

Dos agentes de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía española están en Rumanía recabando información a sus colegas de ese país sobre el caso. Pero ni pueden inspeccionar el coche, ni hablar con el acusado ni investigar.

El puzzle se completará en España.