Ignacio Hurban, el "nieto recuperado número 114" de la dictadura argentina -y cuyo nombre de nacimiento es Guido Montoya Carlotto-, aún no ha vuelto a la normalidad de la que le sacó un análisis de ADN que desveló que era hijo de dos asesinados por los militares: los montoneros Walmir Óscar Montoya, nieto de españoles que emigraron a Argentina hace justo un siglo, y Laura Carlotto, hija de Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo. En la Escuela municipal de Música "Hermanos Rossi" de Olavarría, al sur de Buenos Aires, aseguran que apenas pasa por el centro desde que supo su verdadera identidad.

El nieto recuperado ha asegurado a un medio de la ciudad de Olavarría, donde reside, que su principal preocupación es preservar a sus padres adoptivos, que le criaron "con mucho amor" y cubriendo todas sus necesidades, hasta hacer de él la persona que es. No ha querido desvelar cómo tomaron la noticia, por pertenecer a su intimidad. "No quiero que sufran ni que pasen por demasiados traumas, a pesar de que sé que van a tener que declarar y participar de todo este proceso de esclarecimiento", señala Ignacio, quien decidió recurrir al Banco de Datos Genéticos por la insistencia de su mujer.

No obstante, Hurban quiere que se investigue todo lo relacionado con su secuestro. Estos días se ha hecho pública la partida de nacimiento del nieto recuperado, en la que ya aparece mencionado como Ignacio Hurban. La firma un médico ginecólogo, Julio Luis Sacher, que hoy tiene 78 años y cuenta con gran reconocimiento en Olavarría. Desvelar los detalles de cómo fue entregado a la familia formada por Clemente Hurban y Juana María Rodríguez puede levantar ampollas en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires, y no solo por las consecuencias legales. "En Olavarría hay gente que va a tener que dar muchas explicaciones", asegura Guido Hurban. "Y esto va a servir también para la opinión pública de la ciudad, espero que la gente aprenda a cuestionarse algunas cosas que han estado solapadas. Para que esto sirva no solo para mi propia restitución, sino también para la restitución de más gente que anda por ahí con dudas", ha indicado este músico de profesión.

"No es que la ciudad sea culpable de nada. Pero Olavarría es una ciudad que se ha caracterizado en gran medida por mirar al costado en estas situaciones relacionadas con la dictadura. Y creo que todo esto va a servir para tener en cuenta que han pasado muchas cosas. No solo hay una responsabilidad militar, sino también una gran responsabilidad civil, una gran complicidad de los medios que en su momento no informaron ni investigaron nada, solo dijeron cualquier basura, y cuando sucedió esto, todos empezaron a investigar un montón de cosas y me parece bárbaro", añadió Hurban.

Para este pianista que ha recuperado su identidad, "la verdad no se tuerce con nada, no se pierde nada, solo se suspende por un tiempo. La verdad sana como nada en este mundo". Y añadió: "La abuela Estela ya no está usando bastón ahora. ¿Vos viste cómo la verdad sana?".