Escritora, exdirectora de la Biblioteca Nacional

Es acreedora de la Guerra Civil, que dividió a su familia catalana cuando niña. Y a sus 79 tiene un alma de zagala, como aquella que vivió a fondo en los años 60 y 70 la Barcelona de la Gauche Divine.

-Con usted conspiraban culturalmente y tomaban copas Carlos Barral, Félix de Azúa, Carandell, Anna María y Terenci Moix, Gil de Biedma, Goytisolo, Tusquets, Bofill, Montalbán, Bohigas, Moneo? Una conjunción astral.

-Es cierto, fue un momento mágico de la historia de una España en los estertores del franquismo en que nos parecía que todo podía ser posible, que la transgresión servía para algo.

-¿Tiene mucho que ver aquella Barcelona luminosa con la de hoy?

-Aquella Barcelona de la sorpresa en que nos mezclábamos editores con escritores, diseñadores o arquitectos, en la que todos queríamos conocer lo que hacían los otros y teníamos aquella pasión por hacer, compartir? esa Barcelona ya no está. Ahora lo que habría que hacer es renovar, rectificar

-¿Y ese mundo editorial que conoció desde dentro y fuera de la barra? ¿Ha cambiado mucho?

-No ha cambiado el mundo editorial sino el mundo, y el sector editorial ha tenido que adaptarse a las nuevas formas y demandas, más mercantiles y menos vocacionales.

-Carmen Laforet abrió en 1944 el melón de las ganadoras femeninas del Nadal ¿Pensó en ella cuando lo ganó usted en los 90?

-¿Qué si pensé en ella? Todo el rato. Cuando a los 10 años oí que lo había ganado recuerdo que lo quise para mí de mayor. Luego leí todos sus libros. Y cuando yo lo gané con «Azul», la protagonista se llamaba Andrea, como la suya. Qué casualidad.

-Y luego vino el Planeta?

-Antes vino la novela que me ha costado más escribir, que es «Luna lunera», ganadora del Ciutat de Barcelona, sobre el franquismo y las familias de la burguesía catalana rotas en dos bandos como la mía.

-¿Somos herederos de esa memoria?

-Lo seremos siempre mientras no tengamos el coraje de dar sepultura a los muertos y de considerar a las víctimas del franquismo de la misma categoría que ETA. Hubo un terrorismo franquista y falangista. Somos el único país occidental que no ha hecho memoria suficiente.

-Hay quien afirma que eso ya está superado?

-Estará superado para él, que a lo mejor es hijo de los ganadores, pero no para quienes no saben todavía donde están enterrados los huesos de sus padres y abuelos.

-Me lleva usted de la mano a Garzón?

-Lo de Garzón me ha parecido una caza de brujas digna de la Edad Media. Lo que se ha hecho con él parece pensado para que a nadie se le ocurra seguir investigando el «caso Gürtel».

-¿No está dramatizando?

-¿Dramatizando? En esta sociedad infiltrada por la podredumbre y la corrupción no creo que les pase nada a ellos, como no le pasó a Camps, como no le pasará a Matas, a Urdangarín?

-Pues el pueblo soberano no parece castigar con el voto a los partidos implicados?

-La mayoría de los ayuntamientos cuyos alcaldes o concejales están imputados por corrupción han ganado los mismos por mayoría absoluta las últimas elecciones. Yo este país mío no lo entiendo, no lo puedo entender, no, no puedo. Será porque soy una desgraciada.

-Pero yo quería que, tras el Nadal, me hablara del Planeta?

-Ganar el Planeta fue muy importante porque el premio de cien millones me dio la posibilidad de ganar lo único que verdaderamente me importa, que es el tiempo. Durante cuatro, cinco o seis años pude hacer todo lo que tenía pendiente, como viajar.

Nació en los años 30. Vivió intensamente el despertar cultural de España desde Cataluña, tuvo cinco hijos sin dejar de hacerlo todo, fue editora, ganó de escritora premios como el Nadal, Planeta o Ciudad de Barcelona, fue traductora, viajó por todo el mundo...