-Ha aprovechado usted el tiempo?

-Creo que sí pero me gusta recordar la frase que me dijo el director del museo de Damasco. «Que sea feliz con su trabajo y no olvide que no es un castigo que nos ha dado Dios sino un regalo que nos hacen los dioses para que no nos enloquezca el paso del tiempo». Y es que el paso del tiempo enloquece; si miras la vida desde esa óptica no se entiende nada.

-En el suyo hubo un espacio para ser la directora de la Biblioteca Nacional?

-Fueron tres años y medio en los que reestructuramos con el respaldo del ministro socialista Jordi Sevilla aquella Biblioteca sumida en la antigüedad poniéndola muy al día. Tuve la desgracia de que vino el ministro César Antonio Molina. Un hombre de la cultura, como la del PP, no progresista. Acabé dimitiendo.

-El libro «La hora de la verdad», plantea la experiencia de la vejez ... Nadie quiere pensar en ella-

-Hay que mirarla sin miedo y aprovechar lo que hay.

-«La desgracia de ser mujer» ¿es que el mundo no tiene otros problemas ahora con los que bregar? ¿O ha tenido un arrebato feminista?

-No, es que de repente me he hartado de ver la poca importancia que le dan a los asesinatos de mujeres. Los políticos van a los funerales de víctimas del terrorismo pero ni pisan los de las víctimas de la violencia machista. Que maten mujeres no le importa a nadie.

-Y la crisis, Rosa ¿es el justo castigo a nuestra perversidad de gastadores?

-Yo seré muy elemental pero yo creo que la crisis es algo provocado por los poderes económicos para tener la coartada de quitarle los derechos a la clase trabajadora y aumentar con ello sus brutales beneficios.