El Domingo de Gloria dejó ayer paso a la Pascua ante varios miles de benaventanos. El primer día primaveral después del tiempo inclemente del Jueves y el Viernes Santo arropó la procesión con sol y buena temperatura y la ceremonia del encuentro de la Virgen con Cristo Resucitado en la Plaza Mayor se desarrolló bajo un cielo azulado.

Habían repicado las campanas en Santa María del Azogue pasados unos minutos de la una del mediodía cuando la Virgen enfilaba la calle La Rúa hacia la Plaza Mayor precedida de una veintena de niños ataviados con túnicas blancas, bandas azules en la cintura y portando claveles del mismo color. Cristo Resucitado aguardaba en la plazuela de San Juan. Este año entró en la Plaza Mayor por el acceso que conecta con la calle Cartagena, una ligera variación con respecto a otros Domingos de Gloria.

En la plaza, vallada, varios miles de personas esperaban la ceremonia del manto. También un año más la Cofradía del Santo Entierro, titular de la procesión, había comprobado los mecanismos que accionan el brazo de la Virgen y que hacen caer el manto negro cuando las dos imágenes se encuentran. Nada falló. El paso de la Virgen realizó tres venias y el manto negro cayó dejando lucir otro blanco. Volaron palomas y los niños lanzaron sus claveles, mientras el público aplaudía y sonaba el himno nacional. Concluida la ceremonia del encuentro, as dos imágenes se dirigieron por la Encomienda y la calle Santa Cruz a la ermita de La Soledad, sede del museo benaventano de Semana Santa. Arranca así el tiempo pascual que finalizará con el domingo de Pentecostés dentro de 50 días, aunque los benaventanos volverán a abarrotar la Plaza Mayor en ocho días, esta vez para celebrar a la Virgen de la Vega, patrona de Benavente, y para pedir el Toro Enmaromado de 2018.