La Virgen perdió su manto negro y en ese momento acabó la Semana Santa. La procesión del Resucitado cerró brillantemente una Semana Santa de Zamora que ha estado marcada por la incertidumbre del tiempo, que de hecho ha aguado más de una de las procesiones centrales.

A las nueve de la mañana partían las comitivas del Cristo y la Virgen para subir de La Horta, uno por la Cuesta del Pizarro y la otra por la Cuesta del Piñedo y hacer el descanso frente a San Ildefonso, en la casa de Antonio Pedrero y junto a San Torcuato, en la plaza de Santiago, respectivamente.

Las cruces guía y los estandartes azul cielo de la Virgen y encarnado con letras de oro del "Cristo de la Resurrección", precedidos respectivamente por la Banda de Cornetas y Tambores Ciudad de Zamora y Javier Cuadrado que estrenaba pajarita tocando la flauta y el tamboril, se encontraron a la entrada de una Plaza Mayor ya abarrotada de gente. Daban las 11 en el reloj del Ayuntamiento, con campanadas que minutos más tarde desgranaban la melodía del Bolero de Algodre, inmediatamente replicado por la Banda de Cornetas y Tambores. Cientos de cofrades se fueron acomodando en el contorno de la Plaza Mayor, con sus floreadas varas de azul y blanco para la Virgen, de rojo para el Cristo y con la seña bermeja o la bandera nacional en ambos bandos. Con los hermanos colocados, entró en la Plaza, adornada con flores blancas y escoltada por la Guardia Civil, la Virgen que cumplía años, 25, y estrenaba jefe de paso, Faustino González Poza. La Banda de Música Maestro Nacor Blanco y un nutrido grupo de autoridades y representantes de cofradías acompañaban a Nuestra Señora.

Mientras se colocaba la Virgen que había entrado por Renova, por Ramos Carrión aparecía la imagen del Cristo de Ramón Álvarez, una figura vestida solo con su paño de pureza y adornada con las potencias, la capa roja y el banderín. Antonio Pedrero dirigió el paso hacia el interior de la Plaza, con los sones de la Banda de Música de Zamora y seguido por la comitiva más relevante, en la que, entre otros, se situaba la presidenta de la Resurrección, Verónica Pedrero, el capellán, Marcelino de Dios, o la presidenta de la Junta Pro Semana Santa, Isabel García.

Se colocaron uno frente a otro en el Ayuntamiento y a la Virgen se le desprendió el manto negro de luto que lucía hasta entonces. Es la misma figura, pero parece tener dos expresiones al mismo tiempo, la primera doliente y la segunda esperanzada. Tras la ceremonia del Encuentro, y el posterior estallido de los disparos de escopeta, con los hermanos varas en alto, Luis Antonio Pedraza, arropado por la Banda de Zamora, interpretó la Alborada que se ha incorporado ya definitivamente como parte indispensable del acto de la Plaza Mayor.

Terminado en Encuentro la Banda de Cornetas y Tambores retoma el redoble para iniciar el camino hacia La Horta por Balborraz, con las dos comitivas del Cristo y la Virgen aunadas en una amalgama floreada y multicolor que copa todo el ancho de la cuesta. Aún quedaba el recorrido por las calles del barrio hasta recoger las imágenes en la iglesia de Santa María. Por poco tiempo, ya que enseguida Virgen y Cristo se llevan de nuevo al Museo, a marcha rápida. El paso de la Virgen tuvo que parar en lo alto de Balborraz para atender a uno de sus cargadores, que sufrió un desmayo, por fortuna sin mayores consecuencias.