Los presidentes de las cofradías del Silencio, Rufo Martínez de Paz, y el Santo Entierro, Graciliano Hernández del Río acompañaron ayer al Cristo de las Injurias en su regreso desde el Museo de Semana Santa hasta la Catedral. Un retorno atípico, ya que el Cristo tenía que haber vuelto con la procesión del Santo Entierro la tarde anterior, la del Viernes Santo, con el cortejo oficial de la Semana Santa zamorana, si bien el tiempo impidió que el desfile pudiera salir a la calle. Los encargados del paso del Cristo de las Injurias, trasladaron la talla hasta la Catedral en la mesa procesional, para posteriormente bajarlo de su peana y colocarlo en su capilla, lugar habitual de culto, en el interior de la Seo.